Sé cuánto cuesta el amor que se pudre en
los labios. Cuánto puede doler el frío o el insomnio mientras la madrugada se
echa al hombro como cualquier desastre. Duele esta distancia que ostenta el
derecho a maldecir cuando el verso se clava en la garganta por temor al aire.
Sé cuánto ciega mirar con tanta luz al fondo… El camino es la piel del sueño
que estira sus huesos sobre la cama sin mí... A lo lejos, se escuchan las horas
que no puedo tocar cuando el eterno declive de la luz pertenece al beso y alguien
masturba mis poemas con la punta del corazón.
Muy bueno, amiga. Estupendo!
ResponderEliminarBeso