jueves, 7 de septiembre de 2017

NOTICIA TOMADA DE PLAY GROUND

Ha muerto John Ashbery, el poeta de la experiencia de la experiencia
Fallece a los 90 años uno de los poetas estadounidenses más importantes del siglo XX
Por: Eudald Espluga , lunes 4 de septiembre de 2017

El pasado mes de noviembre, John Ashbery publicaba en The Nation el que ahora sabemos que sería uno de sus últimos poemas.
Titulado 'Efecto dominó', hablaba de la de la victoria de Trump, algo insólito viniendo de un poeta que había sido criticado una y otra vez por su falta de compromiso político. "Poesía es poesía. Protesta es protesta" había dicho tras una disputa acerca del carácter impolítico de la obra de amigo y compañero de generación, Frank O'Hara.
"Por una erección que dura más de cuatro horas 
dile que tú no coincides con él."
Así empezaba el poema, que pasaba de la problemática erección inicial a explorar un territorio mucho más vasto y vago, el de los rutinarios ciclos de poder que se siguen unos a otros. ¿Hablaba excepcionalmente Ashbery de política para advertir que no había nada de excepcional en la victoria de Trump?
"Está todo cambiado. En lo que hablamos 
caen parlamente, surge gente y muere. 
¿Fue esto venganza por la última vez?"
Quizá 'Efecto dominó' sea el único texto sobre Trump publicado hasta la fecha que no toma partido explícita y teatralmente, que no condena con grandilocuencia y ampulosidad, que no eleva al nuevo presidente a la altura de un semidiós. Sí, Ashbery escribió un poema político, pero lo hizo fiel a sí mismo: rechazando las categorías acomodadas que nos permiten descansar en el discurso, suspendernos en la proclama conocida.
Ashbery era un enemigo de lo obvio —y pensaba que la poesía política no hace sino hablar de cosas que ya se saben y con las que uno ya está de acuerdo—, de ahí que a lo largo de su vida fuera distinguido y menospreciado al mismo tiempo por su oscuridad, por lo indescifrable de su escritura.
El norteamericano, además, no dudaba en apropiarse de esa consideración: "no tengo ni idea de qué habla mi poesía", dijo en una entrevista, repitiendo, quizá intencionadamente, las palabras que W.H. Auden le había dedicado años atrás, cuando dijo que no había entendido una sola palabra de Algunos árboles.
La inaccesibilidad de su obra, sin embargo, chocaba con su antiitelectualismo y su talante divertido y provocador. Citaba a Derrida porque había escuchado citarlo "en algún cocktail", pero negaba haberlo leído Y si bien su poesía fue enmarcada en el modernismo, en las vanguardias, en el surrealismo, en el expresionismo abstracto, en el existencialismo y, más generalmente, en la posmodernidad, nunca incurrió en la obscenidad de la teoría.

Si su poesía resultaba esotérica, y por ello tanto más fascinante, era porque rechazaba una escritura visceral y directa, que llenara de vida la palabras, como si estas pudieran representar simétricamente la realidad. Tendemos a pensar que nuestras frases reproducen la estructura del mundo, que él hay sujetos, objetos, relaciones, y que basta con adherir una palabra a cada cosa.
"Casa". "Perro". "Cantar".
Pero el lenguaje es una practica, no un conjunto de etiquetas que colgamos autoritariamente a golpe de ostensión. El lenguaje se da siempre en el mundo, en circunstancia, enmarañado de relaciones preexistentes y ya significativas. No se habla ex nihilo, ni se hace poesía que no sea ya una repetición, una variación. Por eso, a Ashbery le gustaba decir que su objetivo era capturar "la experiencia de la experiencia", entendernos entendiendo.
"Este poema tiene que ver con el lenguaje en un nivel muy básico.
Observa cómo se dirige a ti. Tú miras por la ventana
o pretendes juguetear con algo. Lo entiendes, pero no lo entiendes realmente.
No lo cpatas, o él no te capta a ti. Ninguno de los dos lo capta.
El poema está triste porque le gustaría ser tuyo, pero no puede."
Es cierto, la crítica lo ha repetido. Ashbery es quizá el poeta norteamericano más influyente del siglo XX. Ashbery es una tradición en sí mismo. Ashbery es inimitable y, aun así, ridículamente imitado. En su poesía fragmentaria e ininteligible se materializa una dislocación entre lenguaje, mundo y consciencia —cuyo símbolo será su Autorretrato en espejo convexo— que coincide con una dislocación y fragmentariedad que será típica de la organización posindustrial del capitalismo.

En muchos sentidos, Ashbery tenía todos los números para convertirse en el poeta de nuestro tiempo —mitad oráculo, mitad sacerdote—, que paseara y exhibiera su visión del mundo, desplegando sus ideas como un gurú empeñado en convertirnos a su religión privada.
Pero, para el estadounidense, la poesía no puede salvarnos. La poesía no debe salvarnos.
"Éste pudo haber sido nuestro paraíso: un refugio
exótico en un mundo agotado."
La literatura es para Ashbery un edén transitable, pero inhabitable. No podemos abandonarnos en la lectura, descansar en los versos, reafirmarnos en la tranquilidad de una forma conocida. Nos obliga a estar siempre distanciándonos de nosotros mismos, poniéndonos en perspectiva: leernos a través de palabras que, aun siéndonos ajenas, nos constituyen.
"Te la han jugado una vez más. Yo creo que tú existes solamente
para convencerme de que lo haga, en tu propio nivel, y luego ya no estás allí
o adoptas una actitud diferente. Y el poema
me ha empujado hasta ponerme suavemente a tu lado. El poema es tú."
Ahora John Ashbery ha muerto. Ayer se conoció la noticia de su fallecimiento, anunciada por su hermano. El poeta murió a los 90 años, de causas naturales, dejando en el mundo 28 poemarios. Ganó casi todos los premios que se pueden ganar, pero incomprensiblemente para muchos nunca llegó a ser honrado con el Nobel.

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