Autora: Úrsula Céspedes de Escanaverino, Bayamo, 1832
¡Está dormida!
(En la corona
fúnebre de mi querida y malograda
discípula, la
Srta. doña Eudosia Palma y Pérez.)
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como
un ángel de paz;
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apartad
esa luz enrojecida
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de
su cándida faz;
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echad
un velo, transparente y blanco
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por
su sien virginal,
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mientras
me acerco y de su mano arranco
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el
cirio funeral.
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¿Por
qué sollozos exhaláis del pecho,
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si
en cruel ingratitud
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la
pasáis de su dulce y blando lecho
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a
ese duro ataúd?
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A
qué abrir la ventana, ¿no es locura
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exponerla
al terral
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que
barre el suelo de la calle obscura
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y
traspasa el umbral?
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Mas,
perdonad mi delirante empeño,
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haced
lo que queráis;
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yo
velaré su misterioso sueño
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que
vosotros lloráis.
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Ninguna
nube, el azulado cielo
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se
mira obscurecer,
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las
blandas auras con su raudo vuelo
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susurran
como ayer.
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Nada
ha variado; con igual verdura
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los
árboles se ven;
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y
esa niebla que flota en la llanura,
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flotó
anoche también.
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Mas
suena una campana, da las once
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con
fatídico son;
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¡ay!
el agudo resonar del bronce
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me
rompe el corazón.
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Pronto
las cinco sonarán, la hora
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que
la hace despertar,
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encendiendo
la luz arrobadora
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de
su dulce mirar.
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¡Oh!,
yo la espero con los ojos fijos
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casi
fuera de mí,
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como
esperaban a Moisés sus hijos
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al
pie del Sinaí.
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¿No
es verdad que a las cinco, vida mía,
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te
vas a despertar,
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como
despiertan a la luz del día
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las
aves del pinar?
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Yo
no puedo partir si no te llevo;
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por
eso estoy aquí:
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¿cómo
el trabajo emprenderé de nuevo
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si
no estás junto a mí?
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Cuando
las gotas de sudor helado
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resbalen
por mi sien,
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en
tu rostro, risueño y sosegado,
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resbalarán
también.
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Torna
a mis ojos la perdida lumbre,
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disipa
mi ansiedad;
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tu
mirar de infinita mansedumbre,
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de
inefable piedad.
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Mas,
ya me canso de esperar: despierta
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¡oh!,
despierta, mi bien,
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que
ya del sol en la región desierta
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los
albores se ven.
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Todo
mi cuerpo desfallece y muere,
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se
hiela mi canción;
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¡ay!,
no sé lo que siento que me hiere
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y
arranca el corazón.
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Ya
es hora de partir: mi bien, despierta:
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sólo
espero por ti;
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pero,
ya lo recuerdo: estaba muerta
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y
yo no lo creí.
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¡Muerta! Mentira... perderé la vida
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si
lo llego a pensar...
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¡No
hagáis ruido... callad... está dormida
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como
un ángel de paz!
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