Autora: Adelaida del Mármol, Holguín, 1838
EL JAZMÍN DE MI VENTANA
Lindo,
esbelto, delicado,
con
ramajes de esmeralda,
es
bellísima guirnalda
a
mi reja entrelazado;
de flores mil esmaltado
lo
miro cada mañana,
suaves
perfumes emana
de
sus pétalos de nieve,
y
dulce mi alma conmueve
el
jazmín de mi ventana.
Cuando risueña aparece,
velada
en gasas la frente,
el
alba allá en el Oriente
y
suave fulgor ofrece;
cuando el cielo se embellece
con
las sonrisas que emana
su
faz de zafir y grana,
antes
que Febo la abrume,
voy
a aspirar el perfume
del
jazmín de mi ventana.
Para él lágrimas la aurora
vierte
en cascadas de perlas,
y
va el céfiro a beberlas,
con
languidez seductora;
esta planta encantadora,
nacida
en la tierra indiana,
aunque
púrpura galana
no
tiñe su blanca frente,
inspira
más a mi mente
el
jazmín de mi ventana.
Cuando la Luna apacible
con
sus rayos lo ilumina,
mi
débil frente se inclina
sobre
su ramo flexible,
y mística, indefinible
felicidad
sobrehumana,
de
los ángeles hermana,
a
mi alma infantil desciende,
porque
entonces me comprende
el
jazmín de mi ventana.
Por no causarle dolores,
nunca
adorné mis cabellos
con
esos ramos tan bellos
que
forman siempre sus flores;
y a los divinos albores
con
que hermosa se engalana
del
trópico la mañana,
con
celestial embeleso
en
cada pétalo un beso
di
al jazmín de mi ventana.
Flores atesora abril
de
suavísimos olores,
ricas
en forma y colores,
siendo
galas del pensil;
mas aunque lucieran mil
con
su hermosura temprana,
camelias,
mirtos y liana,
rosa,
clavel y amaranto,
no
tienen el dulce encanto
del
jazmín de mi ventana.
Cuando descanse yo un día
en
la mansión solitaria,
y
se escuche una plegaria
en
torno a la tumba mía,
bajo la lápida fría
fin
de esta existencia vana,
do
la vestidura humana
para
siempre allí reposa,
que
crezca sobre mi losa
el
jazmín de mi ventana.
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