A
Leopoldo
Panero, Grandísimo Hijo de Puta
te has ido sin mí
con asombrosa carga de relámpagos
al descubierto de tu camisa de fuerza
y mis cíclopes.
No podré separarte del estallido de los
volcanes
ni de la selva de palabras
que aprisiona tu soledad entre laberínticos
andamios
mientras te bebes a esta España en cada
esquina
a sorbos de espina y adicción.
No podremos remendar los adoquines
ni siquiera los panteones del agravio
donde las heces nos sepultan.
Panero, Gran Grandísimo
te has muerto a cuentagotas
a sílabas como puñaladas
y ahorcamientos frente al muro de la
telaraña
que aborrece nuestra presencia
apocalíptica.
Panero
no podré refugiarme en ti:
ambos arrastramos la sombra en cada hueso
y vertemos la sangre en nuestra lengua
intrincados en el mundo real que nos sofoca
y nos mantiene verticales
al unísono de los inmortales con sus rojas
armaduras.
Pero soy tan poca cosa, Panero…
ni siquiera logro hornear el pan de la
armonía
ni siquiera logro hacerte un poema digno
ni siquiera aspiro a la maldición.
MDenis©Versosalaire
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