Autor: Félix Pita Rodríguez, La Habana, 1909
ESTA CANCIÓN VERDADERA
Esta canción verdadera
en un cruce de caminos
la escuché.
Y a la mañana siguiente,
¡ay amor, que nuevamente
la olvidé!
Ella se puso a quererme
sin sacar ninguna cuenta,
y yo no lo supe ver.
Piensen lo que estoy diciendo:
sin sacar ninguna cuenta
ella se puso a quererme
y yo no lo supe ver.
Lo que dicen que es querer
empieza muy a menudo
porque alguien sacó una cuenta.
Y después, tiene que ser,
hay errores en la suma
y todo se echa a perder.
Pero ponerse a querer
sin sacar ninguna cuenta,
¡ay amor, que eso es tan raro
que aparezca,
como aquel cometa grande
que pasó en el año diez
y aún no ha vuelto a aparecer!
Ella se puso a quererme
sin sacar ninguna cuenta,
¡y yo no la supe ver!
Esta canción verdadera
en un cruce de caminos
la escuché.
Y a la mañana siguiente,
¡ay amor, que nuevamente
la olvidé!
ESTA CANCIÓN VERDADERA
Esta canción verdadera
en un cruce de caminos
la escuché.
Y a la mañana siguiente,
¡ay amor, que nuevamente
la olvidé!
Ella se puso a quererme
sin sacar ninguna cuenta,
y yo no lo supe ver.
Piensen lo que estoy diciendo:
sin sacar ninguna cuenta
ella se puso a quererme
y yo no lo supe ver.
Lo que dicen que es querer
empieza muy a menudo
porque alguien sacó una cuenta.
Y después, tiene que ser,
hay errores en la suma
y todo se echa a perder.
Pero ponerse a querer
sin sacar ninguna cuenta,
¡ay amor, que eso es tan raro
que aparezca,
como aquel cometa grande
que pasó en el año diez
y aún no ha vuelto a aparecer!
Ella se puso a quererme
sin sacar ninguna cuenta,
¡y yo no la supe ver!
Esta canción verdadera
en un cruce de caminos
la escuché.
Y a la mañana siguiente,
¡ay amor, que nuevamente
la olvidé!
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