Autor: Federico de Ibarzábal, La Habana, 1894
RUEGO
Tengo mis ojos llenos de tus labios;
tengo mis labios llenos de tus ojos;
tus labios, enigmáticos y rojos;
tus ojos, profundísimos y sabios.
Borraron mi rencor y mis agravios,
tus labios, y mis ásperos enojos;
y colmaron mis íntimos antojos
tus ojos, hechos a domar resabios.
Si borraste mis ásperos enojos
y tus ojos domaron mis resabios,
esta súplica ofréndote de hinojos:
ahoga tu rencor y tus agravios,
y llénate los labios de mis ojos
y llénate los ojos de mis labios.
RUEGO
Tengo mis ojos llenos de tus labios;
tengo mis labios llenos de tus ojos;
tus labios, enigmáticos y rojos;
tus ojos, profundísimos y sabios.
Borraron mi rencor y mis agravios,
tus labios, y mis ásperos enojos;
y colmaron mis íntimos antojos
tus ojos, hechos a domar resabios.
Si borraste mis ásperos enojos
y tus ojos domaron mis resabios,
esta súplica ofréndote de hinojos:
ahoga tu rencor y tus agravios,
y llénate los labios de mis ojos
y llénate los ojos de mis labios.
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