IV
Tengo tu copa con alas
rebosada de poesía,
cuando pierdo la alegría
tomo la fe que acaudalas.
Enciendo con ironía
el pabellón de mi suerte.
Me desgarra el patria o muerte
que asoló aquella armonía.
Los testaferros del odio
fueron las huestes vecinas
que apostadas en esquinas
tramaban vil episodio.
Al cumplir mi sueño errante,
entre muro y patrimonio,
hallé escombros y un demonio
que me hicieron emigrante.
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