Soy
la oveja negra que desobedece la orden
y
pasta sobre un montón de cicatrices
-es decir de
palabras-
para
darte vida en las catacumbas de un papel.
¡Oh,
Virgilio
domador
del viento
y
de cara a los falsos pastores!
Tú
y yo hemos llorado detrás del telón
hemos
apretado los dientes
y
devorado las piedras
para
esta insatisfacción del alba.
Ahora
cómo
sigues diciéndome este silencio
que
insiste en su sepulcro de uñas famélicas
a
mansalva de los secos prados.
MDenis©virgilioperera
Es sobrecogedor tu poema Marlene, un placer leerte =) Son a veces las palabras mismas las ovejas negras sobre el papel níveo.
ResponderEliminar¡Un abrazo!
Sobrecogedores los hechos de aquella primavera que viví en Cuba, Licaón, como testigo presencial de algo insólito e inolvidable.
EliminarGracias por leerme.
Fuerte abrazo!