Después de leer PUNTO DE FUGA, la “micronovela”, así la
denomina su autora argentina Alicia Digón, me encuentro con una obra que
demuestra un oficio pulido y arrollador. Su poder de síntesis y el tema que
abarca no consienten levantar la mirada de sus líneas. Tantas voces en una nos
obliga a aguzar el oído y abrir la mente a una nueva narrativa a la cual pocos
estamos acostumbrados por esta parte del planeta. En lo que a mí respecta, me engancha y resulta
inspiradora.
El pasado siglo abrió las puertas a otras formas de
manifestación artística pero, desgraciadamente, la literatura se ha sentido
atada a los viejos parámetros de creación. Muchos artífices de la palabra no se
han atrevido a cruzar el enigmático umbral que conlleva a viajar por el tiempo
y el espacio de forma peculiar, insólita y recreativa a la vez. Plasman solo
sus vivencias, repetidas hasta la saciedad, sin considerar que el buen lector
ya conoce todas esas historias.
PUNTO DE FUGA no da margen al aburrimiento. Su estructura,
matices y osadía, así lo demuestran.
En Argentina, este pequeño-gran libro está conmocionando a muchos
lectores, y en España a mí me ha dejado KO, aunque me subrayo en el convencimiento de que un escritor o poeta del siglo XXI que se respete, no debe
duplicarse en otros testimonios o sentires, ni siquiera en los suyos propios. Está
obligado a CREAR y no a recrear los espacios comunes. Hay que lanzarse a la
corriente de los tiempos que corren.
Marlene
Denis
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