Es extraño sentirse oprimido de conciencia
ajena
cuando la pura verdad es que la conciencia
carece de huesos y prodigios
que nos aten al lodo.
Algún sueño apuñala las violetas de mi
almohada
y no es el canto del sinsonte quien
reconforta
el seguimiento de una ruta cósmica
entre palabras consabidas.
Sé que toda descripción es inocua
que hay que vivir en el fuero del
destierro en uno mismo
y argumentar que este camino nos conduce
al nunca
aunque jamás arrojemos la toalla.
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