II
No quiero remendar las falsas crónicas
cuando he quedado retenida
en sus más de seiscientas mazmorras
cuando la amnistía no puede hacer un
carajo
y no existe un bando de piedad
ni una enciclopedia de corazón
que recopile nuestras piedras.
No puedo destilar miel
cuando hay balseros que enfrentan la
muerte cotidiana
y jineteras que aún arrastran el cordón
umbilical
en espera del desalmado comprador de su
inocencia.
No.
Nunca podré maquillar esta calma
que sube por las paredes del mundo
y voltea el rostro.
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