Rafael Vilches, Provincia Granma, 1965
En el
hospital
(Oración por la amada enferma)
(Oración por la amada enferma)
Ponme como sello sobre tu
corazón, como una marca sobre tu brazo;
porque fuerte es como la muerte el amor,…
Cantar de los Cantares.
porque fuerte es como la muerte el amor,…
Cantar de los Cantares.
Todas estas semanas han sido
irreales (…). Sé, tesoro mío, que debería caer de rodillas en este instante y
quedarme así mientras estés en el hospital.
Carson McCullers
Carson McCullers
Virgen
de Coromoto, ahora que la casa en mí es invisible
y las abejas no traen más dulzor,
pongo puntos vitales alrededor de los hijos al cielo de su noche,
y la cruzo temblando de miedo,
oro en salud y solitario,
las horas que le agobian
en esa sala de hospital en Acarigua donde convalece.
Virgen de Coromoto, hazme beber el vino
adobado con el mosto de su vientre,
limo rebelde de las llanuras del Cauto.
La alegría de los hijos levanta mi tristeza y la casa,
pero ellos y yo en las noches nos sabemos solos.
Doy voces y no me responde.
Virgen de Coromoto, qué hago con la casa,
cómo le confieso a los pequeños que ella está sobre la cuerda
y los astros la contemplan abismados en su desamparo.
Con quién comparto la estación estéril,
no puedo pensar con el corazón.
Virgen de Coromoto, ella está enferma.
Se afiebra el cielo en mil soles,
bombardean mis sentidos.
Su voz distante y dolorosa llega en la mañana
como si se pusiera la tarde en mi herida
a contemplar la impotencia del amado.
Virgen de Coromoto, esta es Ítaca,
imploro a los seres del Olimpo
que ella sea salva en la hora horrenda
en que le ofrendo mis días a Dios.
y las abejas no traen más dulzor,
pongo puntos vitales alrededor de los hijos al cielo de su noche,
y la cruzo temblando de miedo,
oro en salud y solitario,
las horas que le agobian
en esa sala de hospital en Acarigua donde convalece.
Virgen de Coromoto, hazme beber el vino
adobado con el mosto de su vientre,
limo rebelde de las llanuras del Cauto.
La alegría de los hijos levanta mi tristeza y la casa,
pero ellos y yo en las noches nos sabemos solos.
Doy voces y no me responde.
Virgen de Coromoto, qué hago con la casa,
cómo le confieso a los pequeños que ella está sobre la cuerda
y los astros la contemplan abismados en su desamparo.
Con quién comparto la estación estéril,
no puedo pensar con el corazón.
Virgen de Coromoto, ella está enferma.
Se afiebra el cielo en mil soles,
bombardean mis sentidos.
Su voz distante y dolorosa llega en la mañana
como si se pusiera la tarde en mi herida
a contemplar la impotencia del amado.
Virgen de Coromoto, esta es Ítaca,
imploro a los seres del Olimpo
que ella sea salva en la hora horrenda
en que le ofrendo mis días a Dios.
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