Invocación
Amada,
mandaré por ti a los ejércitos de Sassan
y te haré reinar en Samarkanda,
y serán nuestros días manjares,
endulzarás el agua que ha de purificar mis labios,
te obligaré a sacar de mí
toda la amargura que arruina mis días,
como quien saca del fuego el metal dorado.
Te haré raptar y me ofreceré a los dioses en ofrenda,
y me daré a tus días como un dócil cortesano,
fuente donde mitigar el hambre y el deseo,
donde la carne sea prolongación de la carne,
magia de fuego iluminando la noche protectora.
Amada, atizaré tu corazón con un manojo de lunas llenas.
Acurrucándome en la estación más pura de tu carne.
Esperaré escuchar tu canto y el latir de tus deseos
aleteando con un susto bajo la piel
pastando las mejores hierbas de la mañana
cuando el sol se anuncie en el aroma de las campanillas
Amada, tocaré en ti las espigas tempranas del rocío,
beberé en las húmedas concavidades de tu cuerpo
toda la embriaguez, para detonar en el cielo como Dios,
dejando en libertad a todas sus criaturas
para recorrer despacio tu sobresalto,
florecido en las yemas de tus pechos.
y te haré reinar en Samarkanda,
y serán nuestros días manjares,
endulzarás el agua que ha de purificar mis labios,
te obligaré a sacar de mí
toda la amargura que arruina mis días,
como quien saca del fuego el metal dorado.
Te haré raptar y me ofreceré a los dioses en ofrenda,
y me daré a tus días como un dócil cortesano,
fuente donde mitigar el hambre y el deseo,
donde la carne sea prolongación de la carne,
magia de fuego iluminando la noche protectora.
Amada, atizaré tu corazón con un manojo de lunas llenas.
Acurrucándome en la estación más pura de tu carne.
Esperaré escuchar tu canto y el latir de tus deseos
aleteando con un susto bajo la piel
pastando las mejores hierbas de la mañana
cuando el sol se anuncie en el aroma de las campanillas
Amada, tocaré en ti las espigas tempranas del rocío,
beberé en las húmedas concavidades de tu cuerpo
toda la embriaguez, para detonar en el cielo como Dios,
dejando en libertad a todas sus criaturas
para recorrer despacio tu sobresalto,
florecido en las yemas de tus pechos.
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