Después de todo, no amé la catedral ni los lienzos expuestos a
la buena suerte. No amé los adoquines de La Habana Vieja. Ni a Monseñor Ortega.
Ni la oportunidad de ponernos a salvo en un bostezo. Ni la taza de café que Ariel
con sus halagos me brindara. Después de todo, el cielo está dibujado con
caricaturas blancas… Así hasta el infinito donde Giancarlo teje el recuerdo con
cinco costillas y seis horas de diferencia. Después de todo, dicen que estoy
loca. Me proclamo Penélope, Casandra, Dulcinea… en fin: enajenada, invicta en
la ruleta rusa aún. Bárbara pregunta el por qué y los por cuántos. No entiende
mis cadenas entrelazadas a las horas… La gran cadena común… ¡Hosanna en el cielo! ¡Hosanna en la tierra!
Y canto: quién le tiene miedo al lobo…
Pobre Bárbara, casi comenzando a morir la parte bella de su vida y la
inocencia… Las nubes dibujan mi rostro y se ríen del mar… ¡Inalcanzable todo! ¿Quién
descubrió mi modo de callar? ¿Cómo camuflarme en el osario donde algunos dicen
que me mató el amor? ¿Alguien recuerda? ¿Una mujer tiene alguna importancia? ¿Acaso
un país puede quebrarse en la eternidad? Aquí Bárbara opina que necesita
echarme el tarot. Le dejo barajar su modo decir que me quiere mucho, que me
cuide y que pase lo que pase… En fin: ¡otra vez el mar! Cae mi cansancio en un banco de piedra frente
a las olas… Padezco el cautiverio en los pulmones mientras un perro defeca
importándole un carajo el ornato público… In
nomine Patris et Filii et Spiritus Sancti… ¿Quién me cambia el corazón por
el latín? ¡El corazón por la brújula! ¡El corazón por otro corazón! Así no
tendría que esperar por el marcapasos “área dólar”. No tendría que esperar a
que Jorge quedara viudo de mí. Ni soportar que Tony augure mi fatalidad. Ni
explicar a Ángela que estoy OK en mayúscula para alzar el vuelo ¡Galileo se
desmiente! Se están quemando las neuronas en la silla turca. Lo vi anoche por
la tele… -Ovaciones, ovaciones ováricas-. ¿Quién parirá ahora? ¿Quién me
volverá a parir? Sigo menstruando mi fertilidad agónica… ¿Quién eyacula en la
probeta del insulto? ¿Y Gilda qué hará de su casa con tanto alboroto? “¡Aquí no
se vende alcohol!” Ella va a prender fuego y no es precisamente en mi cabeza…
Ayer alguien hubiera cumplido años de no haber sido por el intenso calor y la
búsqueda desenfrenada de nuevos retoños… ¿Quién puede confundir mi debilidad?
Me recuerdo en Liverpool levantando arbolitos ante los altavoces prohibidos de
nuestra casa. Yo era infame y casi hippie de no haberme sacudido el viento de
los setenta cuando la era paría una gran cárcel por corazón… Recuerdo haber
amado el bello paisaje de unos ojos, haberme empolvado de pequeños vicios y
hermosos vitrales mientras me sentí objeto no identificado en la isla desnuda.
Tuve la credencial que me permitió andar libremente sobre la línea… ¡Un paso
atrás y sería el vértigo! Así soy la figura de barro con cuatro décadas de
agotamiento y un poco de ternura… Ya no quiero hablar de Robinson ni echar trocitos
de pan a mi asesino. Alguien puede desclavar mis pies y purgar mis pecados. Ya
no soy consigna de nada. ¿Pero quién se arriesga a cruzar mi dolor? ¿Quién
podrá morder tanto silencio o vomitar en mí su orgasmo bestial? ¿Quién, quién? Mi
Habana abre las piernas al forastero y es tartamuda. “Agenda Abierta” habló de
Varadero y no de ti. ¿Acaso eres excluible? Habana, ¡qué de barcos, qué de
barcos! Ah, soy la pagana-antipoeta y me acusan de trastornos de conducta. No
soy jinetera, ni snobista, ni sonámbula… ¡Ah, yo años-luz y la gestación de la
inconformidad! En casa se preocupan y también los animales de mi demencia.
Todos rezan por mí a la hora en que se pone el sol. Es cuando Venus relincha
mientras patea el horizonte…
MDenis©quimeras1998
(imagen tomada de la red)
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