Marcos Gutierrez (1997-). Poeta y escritor, nacido en el departamento de Chimaltenango
Chijimi
Del libro Reloj de Nieve
Ya la habitación está vacía
no queda nada más que mi alma.
Las paredes son blancas
y mi alma se consume sobre la albura
como los hilos que son ejecutados
con las agujas del chijimi.
Apenas se filtra
un delirio del sol.
En los ecos se sabe desde ayer que he muerto.
El sol se lleva los ecos
para cantar entre las soledades sobre
mi muerte y la pestilencia de mi alma.
Mi alma ha borrado todas las palabras de los libros.
El olvido es irremediable.
No importa cuánto apeste o si derrito la nieve de las paredes,
no importa:
mi alma apesta a palabras arrancadas, a silencios, a olvidos.
El sol canta mi muerte en todos lados
como si fuese un periódico de piel que se pudre.
no queda nada más que mi alma.
Las paredes son blancas
y mi alma se consume sobre la albura
como los hilos que son ejecutados
con las agujas del chijimi.
Apenas se filtra
un delirio del sol.
En los ecos se sabe desde ayer que he muerto.
El sol se lleva los ecos
para cantar entre las soledades sobre
mi muerte y la pestilencia de mi alma.
Mi alma ha borrado todas las palabras de los libros.
El olvido es irremediable.
No importa cuánto apeste o si derrito la nieve de las paredes,
no importa:
mi alma apesta a palabras arrancadas, a silencios, a olvidos.
El sol canta mi muerte en todos lados
como si fuese un periódico de piel que se pudre.
Mi cuerpo se hizo el destello
que recorre las ciudades imaginarias:
ese cuerpo no fue más que un sueño que cargó con el peso de los nombres.
Se fue con la nieve, se fue como las palabras.
Los libros en blanco cuelgan como suicidas.
Los libros son, al fin, palabras.
En su albura recae lo que dice mi alma:
un aroma horrendo se despide de esas páginas,
para negarse, para negar todo en nombre del olvido.
Pero todo se perderá entre los ecos y la nieve,
así como el frío se pierde entre los hilos del chijimi.
que recorre las ciudades imaginarias:
ese cuerpo no fue más que un sueño que cargó con el peso de los nombres.
Se fue con la nieve, se fue como las palabras.
Los libros en blanco cuelgan como suicidas.
Los libros son, al fin, palabras.
En su albura recae lo que dice mi alma:
un aroma horrendo se despide de esas páginas,
para negarse, para negar todo en nombre del olvido.
Pero todo se perderá entre los ecos y la nieve,
así como el frío se pierde entre los hilos del chijimi.
Mi alma quiere escribir en nombre de su muerte.
Solo babea tinta de aire sobre las páginas vacías,
eternamente vacías.
Los aromas se pierden entre la nieve,
entre los vapores de los cuerpos sometidos al chijimi.
Mi alma, al final, no es más que otro olvido que quiere escribir.
Solo babea tinta de aire sobre las páginas vacías,
eternamente vacías.
Los aromas se pierden entre la nieve,
entre los vapores de los cuerpos sometidos al chijimi.
Mi alma, al final, no es más que otro olvido que quiere escribir.
Mi alma escribe con aire,
escribe con el efímero mundo de los aromas,
escribe, escribe, escribe,
pero solo puede escribir el final de todas las cosas.
No merece la eternidad
como nada antes la ha merecido.
Escribe
con los aromas
cosas que siempre olvido.
escribe con el efímero mundo de los aromas,
escribe, escribe, escribe,
pero solo puede escribir el final de todas las cosas.
No merece la eternidad
como nada antes la ha merecido.
Escribe
con los aromas
cosas que siempre olvido.
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