VINO MI MADRE A CURAR
Vino mi madre a curar a los
guerreros
que llegaron al Hotel Central
para morir.
Cortó la manzanilla que
asomaba en sus bocas/ cargó
las aguas vivas para enjuagar
la sombra en la bajada.
Auxilió a los más cansados en
el descendimiento
soplándoles la muerte como una
patria
mientras
en la pared una espiral de
arena iba segando en torno:
caballeros con bastos,
centauros, colibríes.
Iba mi madre debajo de los
globos que la luz
balanceaba frente a un obeso
arcángel.
Yeso de la pared, yeso de
guirnaldas frías: en lugar
de caer tú, podrías levantarme
—una dosis de ánimo
ocupa poco sitio— en lugar de
llorar tú
podrías consolarme.
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