Soy la inédita redundancia
que se esnifa
en el vaivén de los olivares
y la quietud de los riachuelos.
Nada debo
de la totalidad de mis deudas
en muchedumbre.
No debo espantos ni mutismos.
Todos los pecados han sido confesados
sin hallar la penitencia.
¿Qué más pedir a este verano
que intenta convertirme en hoguera?
¿Qué más?
Sólo disfrutar de la combustión
es lo que aguarda.
(De: Agosto olfatea mis incendios)
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