Lucero errante ilumina la noche
donde suelo conciliarme con la aurora.
Sucede que mis aristas con letra se
pintaron
en la eterna danza de las horas.
Ocurre que edifico un poema en tu nombre
y su arquitectura frágil se deshoja.
Sucede que los horizontes del delirio
enmudecen nuestras bocas.
Ocurre que en ocasiones detengo el reloj
y entre versos reblandece mi roca.
Todo acontece infinito en el instante
donde tan mal van las cosas.
Oh, niña
errante, en mi párpado dormido
hoy sólo tengo silencios
silencios
y mis zapatos no alcanzan tu ronda
ni los trigos
ni las olas.
MD - Miles de Poemas
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