Es
bueno, aun en período de festividad, no permitir que nuestra memoria se empañe.
El pasado día 27 (vengo con retraso) se conmemoró el 75 aniversario en que el poeta y ensayista Ósip Mandelstam dejara su fructífera existencia en uno de los campos de concentración del oriente
siberiano, implantados por Stalin. Fueron muchos los intelectuales rusos,
oponentes a la ola bolchevique, los que perecieron en aquellas ramificaciones
infernales sin explicarse el porqué habían sido arrojados a tal suerte.
Pero
Mandelstam sí lo sabía, su epigrama contra Stalin, "El montañés del
Kremlin", fue la causa: Vivimos
sin sentir el país a nuestros pies... Poco
ha variado la historia desde entonces. La crueldad se manifiesta de modo
refinado, y nos obliga a vivir sin sentir el mundo a nuestros pies y a evitar
que las palabras lo digan todo.
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