sábado, 30 de noviembre de 2019
POESÍA LATINOAMERICANA CONTEMPORÁNEA
Autor: JORGE DORIO, BUENOS AIRES-ARGENTINA, 1958
Años de uncir al yugo
de sus años pensados como historia
coherente, unívoca,
nombres asimilables a estaciones,
series de rostros, cuerpos
fundiéndose en los escenarios
y manía
de regodearse en las afinidades;
foliar párpados,
modismos, combas del cuello,
agrupar timbres de la voz, fervores
políticos de cada nombre
disecado con prolija memoria.
O bien, impune,
lanzado a caprichosos cortes,
unir formas de andar, lecturas,
gusto por la tormentas
hasta vibrar en las repeticiones,
saborear el hallazgo
como inesperada obra maestra,
propia virtud.
¿Qué mina ese poder?
¿De dónde salta la sospecha
de estar envuelto en una trampa?
¿En trizas, el registro,
otro el secreto de la historia?
De quién esa visión de sí
como un reflejo vano,
la voz y el pellejo diluidos
puestos frente a un perfil
reunificado;
como que cada nombre de mujer
es una máscara infinita,
un resplandor unánime.
SIN PELOS EN LA LENGUA (4)
He dejado a un lado mi vocación de mansa bestia
para subsistir entre las cuatro paredes
del olvido
como Dios manda.
Brotaron telarañas de mi boca
mientras me consagré a las alambradas de
los sesenta
cuando aún contaba estrellas desde el
fondo de la noche
o tarareaba a The Beatles en clausura y pelo
largo.
He dejado a un lado mi vocación de
patriotismo
ahogado en la tolerancia
y ya poco importa que me abisme en el
recuerdo
hasta naufragar en una copa de sangre.
viernes, 29 de noviembre de 2019
POETAS CUBANOS CONTEMPORÁNEOS (MAYLAN ÁLVAREZ RODRÍGUEZ - último)
La palabra oreja es vulgar
Si un elemento del cuerpo rompe
con la simetría,
con la perfección anatómica de una cabeza
bien puesta en su sitio,
es una oreja.
Peor son dos.
Extremas.
Puntiagudas.
Acechantes.
Imprescindibles, eso sí,
para que el universo pueda entrar en sonidos
a tu universo.
A veces en ondas demasiado expansivas.
con la perfección anatómica de una cabeza
bien puesta en su sitio,
es una oreja.
Peor son dos.
Extremas.
Puntiagudas.
Acechantes.
Imprescindibles, eso sí,
para que el universo pueda entrar en sonidos
a tu universo.
A veces en ondas demasiado expansivas.
NOTICIAS DE CUBA (14 Y MEDIO)
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De: SIN PELOS EN LA LENGUA (3)
Es extraño sentirse oprimido de conciencia
ajena
cuando la pura verdad es que la conciencia
carece de huesos y prodigios
que nos aten al lodo.
Algún sueño apuñala las violetas de mi
almohada
y no es el canto del sinsonte quien
reconforta
el seguimiento de una ruta cósmica
entre palabras consabidas.
Sé que toda descripción es inocua
que hay que vivir en el fuero del
destierro en uno mismo
y argumentar que este camino nos conduce
al nunca
aunque jamás arrojemos la toalla.
Louisa May Alcott
(Louisa o Louise May Alcott; Germantown, 1832 - Boston, 1888) Novelista y educadora estadounidense muy conocida por sus libros para adolescentes, especialmente por sus ya clásicas novelas Mujercitas (1868) y Hombrecitos (1871).
Hija del reformista Amos Bronson Alcott, de quien recibió una esmerada educación, creció en los círculos trascendentalistas de Boston y de Concord, Massachusetts, de los que su padre era simpatizante. El hogar de los Alcott recibía habitualmente visitas de importantes personalidades, entre ellas escritores como Ralph Waldo Emerson, Nathaniel Hawthorne y Henry David Thoreau, que influyeron en su formación.
Hombre poco práctico, Bronson Alcott fracasó en Fruitlands, una comunidad utópica que había fundado, y Louisa tuvo que impartir clases y trabajar como costurera y asistenta; también con sus textos intentaba contribuir al sustento de su madre y hermanas. Había escrito su primer libro, Fábulas de flores, a los dieciséis años; deseaba ser actriz y compuso algunas comedias, una de las cuales fue aceptada por el Boston Theater, pero no llegó a ser representada. Sus expresivos cuentos, algunos de ellos escalofriantes y violentos, aparecieron con pseudónimo entre 1863 y 1869 en la publicación The Atlantic Monthly.
Partidaria fervorosa de la causa abolicionista, se ofreció como enfermera durante la guerra de Secesión. Ejerció como tal en el Union Hospital de Georgetown; en esa época contrajo la fiebre tifoidea, que afectaría su salud por el resto de su vida. Las cartas en que refería sus experiencias como enfermera, publicadas con el título de Apuntes del hospital (1863), fueron la primera obra suya en hacerla famosa. Su primera novela, Estado de ánimo (Moods), apareció en 1864. En 1865 marchó a Europa, y dos años después asumió la dirección de una revista para niños, Merry's Museum.
Tras el éxito apoteósico de la novela autobiográfica Mujercitas (1868), logró por fin saldar sus deudas y dar tranquilidad económica a su familia. Una muchacha anticuada (1870), Hombrecitos (1871), Ocho primos (1875), Rosa en flor (1876) y Los muchachos de Jo (1886) se inspiraron también en sus experiencias como educadora. En 1987 volvió a publicarse su novela gótica A Modern Mephistopheles (publicada bajo seudónimo por primera vez en 1887), cuya historia gira alrededor de un poeta que realiza un pacto fáustico.
Louisa May Alcott pasó los últimos años de su vida en Boston, donde murió. Fue una mujer de sorprendente personalidad, dotada de gran seducción, animada por impulsos humanitarios y protectora de muchas buenas causas. Pese a centrarse más en la enseñanza moral que en fines artísticos o de puro entretenimiento, sus novelas tienen una gran frescura, y todavía hoy agradan a los jóvenes.
Mujercitas
Publicada en 1868, Mujercitas relata las vicisitudes de una familia afincada en Nueva Inglaterra que atraviesa dificultades económicas por la ausencia del padre, llamado a la guerra. La madre y las cuatro jóvenes hermanas, llamadas Meg, Jo, Beth y Amy March, disfrutan de la serenidad y del profundo afecto que reina entre los miembros de la familia. Alegres y con ansias de vivir, se resignan a renunciar por el momento a sus ilusiones. Su anciano vecino el señor Laurence, hombre rico y algo solitario, tiene un nieto llamado Laurie, de edad similar a la de las hermanas. Laurie sabe divertir a sus amiguitas, y el abuelo las acoge afectuosamente y llega incluso a regalar un piano a la dulce y delicada Beth.
Dos graves sucesos turban la armonía: por un lado, una enfermedad aqueja al padre ausente, lo que fuerza a la madre a viajar a Washington; por otro, Beth contrae una fuerte escarlatina que hace temer por su vida. El padre se repone y vuelve a su casa; en cambio Beth queda delicada y enfermiza, y al poco tiempo su joven vida se extingue. Las muchachas se hacen mujeres. Meg, la mayor, se casa con Brooke, el preceptor de Laurie; y Laurie se enamora locamente de Jo, que le quiere pero no lo bastante como para casarse con él.
Laurie marcha al extranjero y se encuentra en Niza con Amy, la menor de las hermanas March, que está allí de paso con una tía suya. Los recuerdos comunes los aproximan; lentamente nace el amor, y se casan antes de volver a América. Jo, que estaba triste por haber hecho sufrir a Laurie, es feliz con la solución; se ha convertido en una buena escritora y une su vida a la de un profesor alemán que la comprende y la ama.
Riquísima en episodios, el mérito de la novela está en la pintura de los caracteres, estudiados y descritos con delicada precisión; sucesivas generaciones de jóvenes lectores se sintieron identificados con sus inolvidables personajes, amena y verosímilmente retratados. El conjunto de la narración, pensado y creado con un espíritu de sencillez y un respeto a la libertad individual muy notables, especialmente para aquella época, es un cuadro vivo de la vida americana en la segunda mitad del siglo XIX, que consigue dar cierta vaguedad poética a aquel romanticismo puritano. La obra ha sido reiteradamente llevada a la gran pantalla: una de las mejores versiones es la rodada en 1933 por George Cukor, con Katharine Hepburn en el reparto; en 1949 Mervyn LeRoy dirigió otra adaptación con Elizabeth Taylor como protagonista.
Hombrecitos
Louisa May Alcott revivió en Hombrecitos (1871) los recuerdos de aquella escuela (la Temple School de Boston) fundada por su propio padre, Amos Bronson Alcott, extraño tipo de filósofo y pedagogo que intentaba realizar una forma de educación nueva y capaz de crear en los niños la exigencia de una verdad más elevada, liberándolos de la constricción a que les obligaban las familias y las otras escuelas. El libro es la historia de aquella escuela, aunque transportada al campo; en ella un grupo de niños vive en una atmósfera de alegría serena bajo una amorosa guía.
Favorecidas sus buenas tendencias e impulsados a liberarse de las malas, los muchachos crecen espontáneos, tramando inocentes travesuras y jugando o estudiando, en tanto la buena mamá Bhaer anda siempre al acecho de cosas nuevas con las que pueda divertirlos y formarlos. Casi con una emoción lírica, se precisan con propósitos didácticos y moralizadores cada una de las figuras de los muchachos: así, el obstinado Dan, al que sólo se vence por el afecto; Nat, débil y sensible, que poco a poco aprende a liberarse de sus defectos; Nan, la muchacha desordenada y caprichosa, y todo un pequeño mundo formado de un material que aún no ha sufrido retoques y en el que realidad y fantasía se superponen identificándose.
Fuertes y débiles, audaces y tímidos, a todos los acoge mamá Bhaer, en tanto que afirma que una de sus fantasías preferidas es la de considerar a su familia como un pequeño mundo y seguir los progresos de sus hombrecitos. "¡Oh, si los hombres y las mujeres se estimasen, se comprendiesen y ayudasen como hacen entre sí mis muchachos, qué lugar más encantador sería el mundo!", dice mamá Bhaer; en esta exclamación se condensa todo el espíritu sereno y optimista que anima esta novela, que tuvo una continuación en Los muchachos de Jo (1886).
https://www.biografiasyvidas.com/biografia/a/alcott.htm
https://www.biografiasyvidas.com/biografia/a/alcott.htm
jueves, 28 de noviembre de 2019
POETAS CONTEMPORÁNEOS CUBANOS (MAYLAN ÁLVAREZ RODRÍGUEZ)
¿Y cuándo sabe una
que es el momento exacto para empezar a cocinarles a todos en la casa? ¿A
fregar todos los platos? ¿A lavar toda la ropa? ¿A tender todas las camas? ¿A
deshollinar? ¿A llevar los niños a la escuela? ¿A vestir con tacones y usar la
saya del largo que una quiera entre la punta de las nalgas y las rodillas? ¿A
dormir con un hombre sin pedir permiso a nadie? ¿A pintarse los labios del rojo
más intenso que exista en el mercado fashion? ¿Cuándo fue que mi madre dejó de
bañarme? ¿De decirme que yo era la niña más linda del mundo mientras me
abrochaba los zapatos?
TE DEUM EN EL DESEQUILIBRIO DE LAS JAURÍAS QUE ACECHAN
Agradezco al sol
ese rayo que penetra mi ventana
al canto de la
avecilla
que posada en el
tejado acaricia cada amanecer.
Agradezco a la
luna que reposa en la cima de la montaña
y despierta el
instinto de fundirme a ella
cuando en la
noche me rindo sobre un papel.
Agradezco al río
que lucha por sobrevivir a la sequía
y al viento y a
la abeja y a los sueños.
Doy las gracias
por mis manos y la risa
y el dolor que
me fortalece.
Doy las gracias
porque si no tengo el pavo
tengo el pan y
el vino
y los risueños
ojos de Dios sobre la cama.
Doy las gracias
por gozar del verbo
y hundirlo hasta
la raíz de la necedad.
Yo doy las
gracias porque la tierra me besa los pies
por ser la vida
mi gran escuela
y porque siempre
siempre
siempre he sabido agradecer.
MDenis©accióndegracias2019
miércoles, 27 de noviembre de 2019
De: SIN PELOS EN LA LENGUA (2)
II
No quiero remendar las falsas crónicas
cuando he quedado retenida
en sus más de seiscientas mazmorras
cuando la amnistía no puede hacer un
carajo
y no existe un bando de piedad
ni una enciclopedia de corazón
que recopile nuestras piedras.
No puedo destilar miel
cuando hay balseros que enfrentan la
muerte cotidiana
y jineteras que aún arrastran el cordón
umbilical
en espera del desalmado comprador de su
inocencia.
No.
Nunca podré maquillar esta calma
que sube por las paredes del mundo
y voltea el rostro.
POETAS CUBANOS CONTEMPORÁNEOS (MAYLAN ÁLVAREZ RODRÍGUEZ)
Exit 8
Ellas se besan.
Ellos se besan.
Todos nos besamos.
Y de repente un mosquito zumba en el poema como una salida de emergencia ante tantos ardores sociales.
Ellos se besan.
Todos nos besamos.
Y de repente un mosquito zumba en el poema como una salida de emergencia ante tantos ardores sociales.
martes, 26 de noviembre de 2019
De: SIN PELOS EN LA LENGUA
I
La casa tiene fiebre.
Su delirio es el insomnio de habitantes
lejanos
el manuscrito tatuado en las paredes de
cada angustia.
La casa -quiero decir mi dulce isla-
lustra los carteles envejecidos con las
mismas consignas
pero se apagan sus luceros.
La voz de azúcar y tabaco
solo puede lanzar cuchillos en esta hora
de distancia
donde la piel del rebaño se curte
al son de todas las aberraciones.
La soledad demora su estancia de palma
real
vendida al mejor postor
pero mi isla baila a la entrada del golfo
recompone sus fragmentos de incertidumbre
y desmayos
en la plaza de una revolución estática y
sin golondrinas.
Mi casa
-quiero volver a decir mi isla-
a la que he tocado los senos y su vientre
peina mis canas o afila mis colmillos
y para nada quiero trucar estas mandíbulas
de morder el silencio.
POETAS CUBANOS CONTEMPORÁNEOS (MAYLAN ÁLVAREZ RODRÍGUEZ)
VI
En una multitud te puedes sentir
más sola que una ostra,
que una estrella caída.
Te puedes sentir ajena mirándote las manos.
Porque en una multitud todo lo que cuelga es ajeno.
Las palabras de los otros te son ajenas.
Las sonrisas de los otros también te son ajenas.
Incluso los criterios de los otros sobre ti son ajenos.
En medio de la multitud solo quieres ser ostra
y estrella caída
para soportar en paz el universo de tu soledad.
que una estrella caída.
Te puedes sentir ajena mirándote las manos.
Porque en una multitud todo lo que cuelga es ajeno.
Las palabras de los otros te son ajenas.
Las sonrisas de los otros también te son ajenas.
Incluso los criterios de los otros sobre ti son ajenos.
En medio de la multitud solo quieres ser ostra
y estrella caída
para soportar en paz el universo de tu soledad.
Eugène Ionesco
(Slatina, 1909 - París, 1994) Autor teatral francés de origen rumano que fue el creador y más distinguido representante, junto con Samuel Beckett, del teatro del absurdo.
De padre rumano y madre francesa, su infancia transcurrió en París. Reclamado por su padre, regresó a los trece años a Rumania, donde realizó estudios y trabajos diversos y permaneció hasta 1938, cuando regresó a París. Inició su actividad periodística en diversos medios rumanos y provocó, en 1934, un fuerte escándalo por su ataque sarcástico a los valores establecidos en la literatura rumana (T. Arghezi, I. Barbu, M. Eliade).
Aún volvió a su país tras declararse la Segunda Guerra Mundial, pero regresó a Francia (Marsella) en 1942 y fue agregado cultural de Rumania en Vichy. Acabada la guerra y de nuevo en París, trabajó como corrector de pruebas y traductor. En 1950 se representó su primera obra, El Juego, que pese a no ser un éxito le granjeó la amistad de intelectuales como André Breton, Luis Buñuel, Mircea Eliade, Raymond Queneau y otros.
En 1970 fue elegido miembro de la Academie Francaise y obtuvo diversos premios literarios, que en adelante serían frecuentes, como sería frenética también su actividad en defensa de sus convicciones intelectuales y artísticas por toda Europa y América hasta el momento de su muerte.
La obra de Ionesco
Compuesto desde un trasfondo pesimista, el teatro del absurdo pretende poner de manifiesto la futilidad de la existencia humana en un mundo impredecible, junto con la imposibilidad de verdadera comunicación entre las personas; con todo, la obra de Ionesco no está exenta de humor y de sentido de la humanidad. Entre las técnicas propias de su dramaturgia figuran el non sense (juegos verbales sin sentido o sin sentido aparente), la creación de ambientes sofocantes y las situaciones carentes de lógica con el fin de resaltar el extrañamiento y la alienación; en todo caso, su principio esencial es subvertir los procedimientos de transposición literal de la realidad.
La producción teatral de Ionesco es muy amplia, y entre sus principales piezas se cuentan La cantante calva (1950), una sátira fundada en la vida cotidiana; La lección (1950), acerca de un profesor que asesina a sus alumnos; Las sillas (1952), donde los personajes hablan con seres que no existen; Amadeo o cómo salir del paso (1953), una parábola contra el matrimonio, y El nuevo inquilino (1956).
El rinoceronte (1959) es seguramente su obra más conocida; en ella, ante la resistencia y el asombro del protagonista, los habitantes de una villa se convierten en rinocerontes. Otras obras dramáticas suyas son La sed y el hambre (1964) y El rey se muere (1962). Escribió también abundantes textos sobre teatro, libros de memorias y una novela, El solitario (1974).
Ionesco fue uno de los dramaturgos más singulares e innovadores del siglo XX, de un humor mordaz y agudo, que consiguió trasladar al medio escénico las técnicas expresivas procedentes del surrealismo. De ese modo abrió nuevos caminos al teatro en una sociedad fragmentada y progresivamente dividida en compartimentos estancos, caminos que han sido seguidos por otros autores. Sus aportaciones a lo largo de medio siglo son transcendentales, aunque aún no sean apreciadas en su justa medida.
https://www.biografiasyvidas.com/biografia/i/ionesco.htm
https://www.biografiasyvidas.com/biografia/i/ionesco.htm
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