viernes, 27 de junio de 2014

PARA VARIAR...

BELLA ISLA 

  Amanecí en el suelo. He caído de la cama como un bebé asustado en medio de la oscuridad.  Lo más raro es que Anna no me ha traído el café. ¿Y dónde está la cama? ¡Ni rastro! Tampoco hay señales de mi amiga… ¡Qué extraño! Tras alquilar el coche llegamos a este bendito pueblo llamado Cojímar, al este de La Habana. Pensábamos que, al instalarnos en el edén que Ernest Hemingway eligió para escribir su novela “El viejo y el mar”, conseguiríamos romper el silencio de la musa que tanto daño le está haciendo a mi carácter.
  Apenas entrar a las fauces de nuestro destino, comenzamos a discutir por alguna bobería, cosa muy habitual desde entonces y con todos… Creo que no hallábamos el interruptor de la luz o, simplemente, estábamos en medio de un siniestro apagón. Ya casi no me acordaba de aquellos años con lamparitas de keroseno por mi antiguo barrio… Anoche, el único brillo lo proporcionaba la luna llena de agosto. Después de muchas horas de viaje y de tantas palabras sin sentido, no dimos tregua para desearnos dulces sueños, aunque fuesen calurosos. 
  Tengo resaca. Parece que he dormido casi un siglo. Con dificultad me levanto y doy varios trompicones en búsqueda de ventilación. Abro la desvencijada ventana, sin persianas ni marcos, de la rústica cabaña. Las luces del alba advierten que el día comienza sin mucha perspectiva… ¿Pero dónde está Anna? Prometió que en este lugar disfrutaría de la tranquilidad e inspiración adecuadas para romper el bloqueo que me impide escribir desde hace algo más de cinco años, cuando sufrí una enfermedad en la cabeza que me arrojó al regazo de una fría mesa de quirófano. Tal parece que el protagonista de mi última novela, un parapléjico que luchaba por recuperar su dignidad y exigía el método de la eutanasia, se apoderó de mis neuronas, no obstante mi amiga lo niegue de modo rotundo. Me obsesioné tanto con aquel personaje, que a punto estuve de ir para el otro mundo sin ayuda de nadie.
  Pienso que Anna salió a explorar los alrededores. En la agencia de viajes sugirieron que cerca hay un río y que su agua es tan cristalina como la risa de la inocencia… Eso es lo que dicen y ella lo cree… A lo mejor fue a darse un chapuzón y, de cualquier modo, debo esperarla. Es cauta y segura de sí misma, así es que nada negativo le pasará, siempre y cuando no se extravíe…
 Trato de recordar dónde puse el equipaje, cosa que es muy difícil si tengo en cuenta la escasa iluminación brindada por el mechero. Olvidé la linterna en el maletero del coche y hacia él acudo como un bólido, sin embargo, tampoco está en el sitio donde creí aparcarlo. Con la adrenalina disparada y necesidad de tomar café, regreso a la cabaña. 
  La flamante mañana comienza a estacionarse afuera y una tímida luz invade la estancia. Por fin, mis ojos no encuentran barreras y descubren una habitación hosca, sin mobiliario ni apariencia de haber sido habitada jamás.
  Solo hay un taburete y una mesa de pino sobre la cual descansan varias hojas de papel, organizadas por orden numérico que muestran una caligrafía torpe y ambigua. Los nervios me superan y para aplacarlos u olvidar mi nuevo rol forastero, empiezo a hurgar en la superficie de las cuartillas y me doy cuenta que su contenido es ajeno a mi narrativa. Ni siquiera tiene algo en común con el tipo de literatura capaz de moverme hacia el entusiasmo o la admiración. Sin embargo, los personajes amenizan la trama, cuyo eje central es un ser amorfo sin extremidades ni ojos, sin orificios nasales ni pelo, que rueda de un lado para otro.  Habla una lengua enigmática con seres minúsculos y sorprendentes parecidos a hormigas. Su morada es el interior de una roca donde prevalece la riqueza material de sus víctimas y cierto olor a azufre. Las paredes secretan sangre y las criaturas, sin el menor esfuerzo, la trasvasan a una enorme vasija de porcelana que trasladan hacia el sediento engendro. Ellas, también, beben el vino de la discordia y comienzan a transformarse en arañas, serpientes y murciélagos hasta adoptar formas humanas que actúan como autómatas... No soporto el escenario y, ni por casualidad, mi compañera aparece. Deberíamos comentar este manuscrito… Repaso de nuevo los garabatos. Al pie de la página parpadea indeciso y arruinado un seudónimo que pretende ser un nombre: “Denís de María”. Sin dudas, es mi identidad.
  Presa del pánico y sin volver la vista huyo de la cabaña.  Una idea me domina: llegar al río y abrazar a Anna. Supongo que no pudo haber llegado sola a la playa… Mi estado mental se ha convertido en un infierno.  ¿Cómo y cuándo escribí eso?  No he podido ser yo. ¡Caramba, recuerdo sus alimañas pero ninguno de sus pasajes!  Mi fantasía no es tan macabra… Deambulo por la rivera sin darme cuenta de lo mucho que he andado. Al llegar a su desembocadura tropiezo con un inmenso mar ausente de vida.
  A pocos metros se alzan varias casuchas rodeadas de uvas caletas, pinares y unas pocas embarcaciones insignificantes que desvelan un pueblito de humildes pescadores. Tal vez, esa buena gente se prepare para el desayuno y quizás, también, Anna esté sentada a la mesa de alguien mientras disfruta de un sabroso café caribeño. Supongo que haya demostrado su solidaridad con la entrega de algunos enseres y medicamentos que trajimos. ¡No habrá llegado con las manos vacías!  ¡No, no, ella no lo haría!
  Avanzo hasta el poblado. Las puertas de cada hogar están de par en par, pero en su interior solo se respira humedad, salitre y vacío. ¡Dios! ¿Dónde se metió Anna?
  Vuelvo sobre mis pasos. Al hacerlo me doy cuenta que el sendero no es el mismo, que no hay playa ni río, ni siquiera quedan mis impertinentes huellas en la arena. De pronto, se levanta una niebla triste y profunda que no me permite ver.
  Conocía que el Premio Nóbel quedó prendado de las anécdotas escuchadas sobre tornados, tiburones y tesoros, incluso, de apariciones de la virgen, pero de ahí a encontrarme con tantas imágenes fantasmagóricas hay un buen tramo. Achaco todo a mis desórdenes mentales.
  Ante la derrota me dejo caer sobre lo que creí fuera arena, ahora convertida en un insolente pedregal. Necesito organizar las ideas, orientarme… Hace tiempo dejé de fumar, no obstante, conservo el mechero y la petaca con cigarrillos para solventar cualquier emergencia. Y esta es una, ¿no? Al manipular el mechero, en el lugar de la llama crecen raíces que se reproducen mientras abarcan y oprimen mi cuerpo. Me falta el aire… Intento urdir mil escaramuzas para evadirme y me viene a la mente una canción que escuché en el aeropuerto: “la mato y aparece una mayor…” El trovador se refería a las serpientes pero, en mi caso, son garras gestadas en la tierra y me estrangulan.
  En medio de la angustia producida por la toma de conciencia de quien está próximo al fin, no sé cómo ha llegado Jackov: un mastín del Pirineo que fue mis ojos durante todos estos años y un día marchó de mi vida sin más. O yo me fui de la suya… 
  Creo que he perdido el conocimiento. Solo recuerdo haber estado a punto de morir cuando el mundo me vino encima, sin poder escapar de una agonía que resultaba eterna. Posiblemente me dormí y la hélice del sueño me hizo víctima de una pesadilla… Ya no hay raíces y el mechero, sonriente, me observa desde la palma de mi mano. Siento el jadeo del perro muy cerca. Sin embargo, la realidad es que él no está. Nunca estuvo.
  Me incorporo. Respiro y lleno los pulmones de la fragancia marina que la naturaleza me regala. La niebla se ha desvanecido como por encanto y mis ojos abarcan la magnificencia del litoral. Tengo que encontrar a Anna… De repente, la arena bajo mis pies comienza a temblar.  Anna reclama mi presencia y su voz es una carcajada que pronuncia mi nombre. No cabe dudas: empiezo a hundirme. La arena me traga y, desde sus entrañas, tentáculos demoledores me azotan.  He caído en la trampa aunque sé que puedo salir. Empleo los tentáculos como peldaños para alcanzar la superficie pero un movimiento en falso me arroja hacia un túnel hasta detenerme en el corazón de una gruta, iluminada por el destello de la sangre que sus paredes destilan.
  Anna, frente a mí, está a punto de ser devorada por las hormigas que muerden su carne como si fuera un fresco pastel de manzanas. No puedo creer lo que veo. Mi amiga no gime. Su rostro ni siquiera muestra dolor y me escandalizo mientras presencio la más sádica de las aberraciones.
  El cuerpo amorfo, como si presidiera un acto militar, se ha vestido de verde olivo para la ceremonia. La alternativa es luchar contra él y su séquito de monstruos. De lo contrario, mi amiga morirá y, por supuesto, también yo. Con toda la repugnancia acumulada me empeño en agarrarlo, asfixiarlo con toda la rabia contenida… No obstante, esta acción resulta imposible si tengo en cuenta su complexión gelatinosa y que los supuestos insectos, nuevamente, han comenzado a transfigurarse en grandes seres astutos y nefastos.
  El único objeto que consigo visualizar es la mesa donde, sin aliento, permanece tendida Anna; así es que no puedo echar mano a ningún objeto que me sirva de arma. 
  Solo el empleo de la inteligencia y la serenidad podrán sacarnos de aquí. Sin pérdida de tiempo, trato de hallar la fórmula adecuada cuando escucho la voz altisonante del perro que me hace mirar hacia el extremo norte de la gruta, franqueado por un haz de luz. Lo cierto es que me muestra el camino. El suelo es resbaladizo y en ocasiones patino pero, aún así, logro llegar hasta él cuando, de repente, se transforma en un bólido. Tras su pista atravieso un laberinto colmado de piedras preciosas. El brillo es tan exorbitante que logra cegarme. Por puro instinto de supervivencia escamoteo una de ellas y la introduzco en el bolsillo del pantalón. Quizás pueda servirme… ¡Y no he fallado! De las irregulares paredes comienzan a brotar barras de metal que semejan lanzas.  También se disparan proyectiles y escupitajos. Del techo llueven larvas, al tiempo en que el volumen del bolsillo se agranda y su carga me constriñe a arrastrar la pierna. Decido llevar el brillante en las manos y lo hago servir como pesado escudo, mientras me apresuro hacia la boca de la cueva.
  En el exterior busco a Jackov y, una vez más, ha desaparecido sin dejar rastro. Un jadeo persistente se mezcla con el trino de las aves. El cielo está mucho más cercano y la geometría de las nubes es perfecta. Busco atajos entre la maleza y confío en el buen sentido de la orientación para el regreso. Observo cada arbusto y cómo de sus ramas nacen, urgentes, interminables espinas.  A pesar de que la piedra otra vez me sirve como parapeto, son inevitables las laceraciones y desespero por llegar. El avance es mucho más lento entre la asesina maraña que me reta.
  Por fin, también he vencido esta prueba y me encuentro en la playa. Debo sacar las espinas que se han incrustado en mi carne y, para ello, busco cobijo debajo de un palmar. De la cabeza a los pies me siento como un gigantesco erizo. Podría, ahora mismo, convertirme en arma letal, en cambio, de igual manera que se clavaron, un ente invisible las echa por tierra. La verdad es que lo agradezco. 
  Después de agudizar el oído me dirijo al cauce del río y descubro al mismísimo Dios reflejado en sus aguas que, por desgracia, no son potables. Si no actúo con rapidez, la sed acabará conmigo. 
  El desconsuelo me obliga a regresar al poblado. Algún alma caritativa podría darme de beber y ayudarme a comprender qué es lo que ocurre en el lugar. ¡Por fin la santa humanidad! Algunos pescadores, en plena faena, hacen señales para que me lance al mar y nade hacia ellos. Muestran las cantimploras y arrojan su contenido al inmenso océano. Sin pensarlo, intento obedecer aunque sé que es una broma de mal gusto.
  En la orilla se levanta una muralla que inicia su espectáculo inverosímil: cabezas humanas asoman y desaparecen entre las grietas. Se me ocurre pensar que pertenecen a aquellas personas que quedaron apresadas en las aguas del Estrecho… Sí, bien podrían ser los balseros que no alcanzaron las costas de la Florida… ¿Por qué me pasa esto? ¿De qué manera me he involucrado en la historia de este país? Un velero atraviesa el muro y sobre la arena navega hacia mí. ¡Ha llegado Caronte! Procura atropellarme y se vuelca en el intento, aunque rápido sale a flote. Se inicia un forcejeo. El tipo no acepta sobornos, no habla. Está demasiado implicado en las fechorías del engendro. Solo machaca mi orgullo mientras yo golpeo su cara hasta destrozarla para mostrarse otra más horripilante. Se repite la acción durante interminables horas, quizás días, semanas… No lo sé. ¡Todo es tan hermético!
   Jackov regresa con la piedra que dejé caer cuando corría y la escupe a los pies del barquero. La siniestra figura ha mutado en gaviota, en tanto, de la tapia escapan pulpos y cangrejos ávidos de venganza. 
   Me doy cuenta que poseo un cancerbero y ya no temo. El viejo compañero arremete a mordiscos contra todo lo que pueda hacerme daño. Recojo el brillante, ahora tan pequeño como un grano de arroz, y junto al perro echo a correr sin rumbo hasta que me desplomo sobre un campo de fresca hierba. Creo que me he dormido y solo el radiante sol del mediodía me obliga a abrir los ojos. Su luz encandila mis sentidos… Jackov no está pero me complace sentir su ladrido.
 Recuerdo a mi amiga. A esta hora debe haber sido absorbida por los zánganos del infierno en torno a su reina… Debo regresar a la cabaña. 
 Veo las mismas chozas y embarcaciones. Me aproximo a ellas e intento hallar señales de vida humana. Alguien habrá pues escucho comentarios sobre la mala política que tan felices los hace en su miseria... Por fin, comprendo que sufro alucinaciones. Las voces salen de las paredes de las viviendas. Aquí no hay otra cosa, salvo botellas y cajetillas de cigarros vacías, alguna radio tan antigua como el mar, un cuaderno de bitácora y una gran foto en medio del pueblo que dice: “¡Gracias, Comandante!” Nada más.  O sí: la vieja capilla y, a su entrada, una fuente… Finalmente consigo beber. Creo que he consumido toda el agua del planeta y decido emprender el regreso.
  Hubiera jurado que la cabaña se encontraba en la acera de enfrente. ¡Da igual! Lo importante es que llegué. La mayor sorpresa la recibo cuando veo su entrada bloqueada por un gigantesco amasijo de hojas. Son las páginas de mi libro: aquellas que nunca escribí… La mole de papel se multiplica y alcanza la calle para hacerme disfrutar de una asombrosa paz interior. Apreso la pequeña piedra encantada y, al arrojarla hacia la puerta, un exquisito perfume de azahar invade el mundo.
  Anna, sentada a la mesa, lee el último capítulo de “Mi Bella Isla”, y no me ve…


jueves, 26 de junio de 2014

   Yo he sido comunista... hasta que fui a la Unión Soviética, seis meses en Rusia me bastaron para ver lo que era aquello.
                                                        Ana María Matute
                                                   Barcelona, 26-07-1925 / 25-06-2014





martes, 24 de junio de 2014

A CUATRO AÑOS DE TU AUSENCIA

FLORES PARA EL VIGÍA 
VIII
no me recluta el odio
si aún las estrellas conversan con la cama.
debo cruzar el arco iris hasta dar contigo
consumar el arrebato de mi vida
sin verso ni patria
entre los colores de tu pelo.
debo escupir la lágrima que nadie enjuga
compañero que te has ido.

Joan Manuel Serrat/Ana Belén/Víctor Manuel/Miguel Ríos - Fiesta

sábado, 21 de junio de 2014

PERO, SILVIO, QUÉ TARDE DESPERTASTE!!!




Silvio Rodríguez se desencanta del comunismo

 by Manuel Díaz Martínez

Dice que la gente está muy jodida y que su reciente gira le ha servido para conectarse con la realidad cubana. “Muchos cubanos creyeron que el progreso llegaría con el Comunismo”


Yusnaby Pérez, La Habana.

Silvio
Silvio

(CUBANET, 19/6/2014) El cantautor Silvio Rodríguez afirmó en su reciente recorrido por los barrios del país que ha aprendido que “la gente está jodida, muy jodida, mucho más jodida de lo que pensaba” y que sus presentaciones en esas zonas le han servido para “conectarse con la realidad” de Cuba.


Recientemente, Silvio ha estado de gira por el oriente del país y le ofreció una entrevista a un bloguero y periodista holguinero. Las declaraciones aparecieron publicadas hace unas horas en el sitio oficial de la Mesa Redonda, despertando así mucha más polémica.



El fundador de la Nueva Trova tocó uno de los temas más delicados en la isla: el acceso casi nulo a la internet: “Se plantea que tecnológicamente está toda esa discusión del famoso cable de Venezuela, toda esa cosa. Es verdad, hay que crear una infraestructura aquí, que cuesta dinero. Pero los cables telefónicos están desde hace muchos años echados en Cuba y el sistema inalámbrico es una cosa que sí, debe costar su dinero, pero cada vez debe costar menos, cada vez es una cosa más común.”


El gobierno cubano siempre se ha justificado con el Embargo para limitar la conectividad en la isla. Sobre esto, Rodríguez expresó: “Veremos qué hacer cuando Google ponga en órbita los 180 satélites esos que tiene pensados poner para darle internet a la parte del mundo que no tiene, cubanos incluidos supongo.”

Actualmente, el acceso a internet es prohibido para domicilios (sólo puede ser contratado por extranjeros residentes en Cuba). La única posibilidad de acceder a la red de redes es en las salas estatales Nauta, a un precio de 4,50 C`UC [dólares] la hora (equivalente a la mitad de un salario mínimo mensual).


“Vamos a ver las nuevas generaciones a quiénes les agradecen el internet. Es uno de los grandes problemas que tenemos ahora mismo. El joven que no está pensando en otra cosa que mirar lo que le interesa, en resolver, en conectarse con la página del reguetonero no sé quién, lo que sea, lo que tenga en mente, y que de pronto, de un día para otro haga así, pácata, y con su telefonito se conecte con cualquier lugar del mundo. ¿A quién se lo va a agradecer?: ¿A nosotros?, ¿a nuestro país?, ¿a su gobierno?, ¿o a Google?”, dijo Silvio.


El autor de “Unicornio” reconoció que tiene “una vida mucho más cómoda que la inmensa mayoría de los cubanos” pero no se vira de espaldas, según sus palabras.


En otra parte de la entrevista, Silvio dijo que en todas las sociedades hay personas que quieren “un futuro mejor” y que quieren “progresar” y que muchos cubanos creyeron que ese progreso llegaría con el Comunismo.
“Cuando uno cantaba: “Te convido a creerme cuando digo futuro”, realmente uno no pensaba que este era el futuro. Uno pensaba que el futuro iba a ser otro.”

jueves, 19 de junio de 2014

“APARTA DE MÍ ESTE CÁLIZ”

                                                       Cuídate España, de tu propia España
                                                                             César Vallejo
España, líbrame de sentimentalismos
de ser moneda de cambio y del verso retórico.
líbrame del revés
de la doble moral
incluso de la anarquía que merodea mi sombra
y también del rebaño.
no me lances al mar
                                    -otra vez no-
fíjate en los garabatos que saltan de mi boca
en plenitud consumida y agujeros siniestros.
líbrame de los idilios y consagración a lo absurdo
de la horca o la pira o las malas lenguas.
España, líbrame de esta España
                                                  del silencio.
el otro día escuché: 
"el camino al infierno está lleno de buenas intenciones"   
pero no puedo morir de destierro ni de pancartas o doble filo
o de país al borde de las cloacas.
me he puesto a dialogar con la hierba
a golpearme con los anillos de polvo en recesión
entre fantasmas de isla distante y melancólica
                                                 y me sentí alma en pena.
no puedo, España, no me arrojes al mar otra vez.

martes, 17 de junio de 2014

MI PAÍS IX

                         

Mi país es el artificio de la urna
el páramo la oveja
calendario disuelto en el génesis
zapato viejo ruina
libertad encadenada
    que mi pensamiento desborda…

domingo, 15 de junio de 2014

"Como ser humano soy una especie de antología de contradicciones, de errores, pero tengo sentido ético. Esto no quiere decir que yo obre mejor que otros, sino simplemente que trato de obrar bien y no espero castigo ni recompensa. Que soy, digamos, insignificante, es decir, indigno de dos cosas; el cielo y el infierno me quedan muy grandes."

Baracutey Cubano: EL ENEMIGO JORGE LUIS BORGES

Baracutey Cubano: EL ENEMIGO JORGE LUIS BORGES

sábado, 14 de junio de 2014

A 169 AÑOS DEL NATALICIO DEL MAYOR GENERAL ANTONIO MACEO, "EL TITÁN DE BRONCE"

"No es una política de odios la mía, es una política de justicia en que la ira y la venganza ceden en favor de la tranquilidad y la razón, es decir, una política de amor. El lema que juzgo más elocuente para que luzca en la bandera de nuestra revolución es Dios, Razón y Derecho".

viernes, 13 de junio de 2014

GRITO DEL INDIGNADO

IX

la eternidad lleva sangre en el costado
un sabor agridulce de acontecimientos
el viaje sin rumbo de las piedras
                            que se aglutinan en la fatiga
como parte global del purgatorio.
la vanidad tiende a deshojarse
al sostener nuestro calibre
                                  más allá de la sombra
donde perdura el aullido que nos levanta
                               mientras cincela el camino.
¿cómo andar sin pies?
no sé cómo amontonar nuestras células
en la voz de los huracanes.
nadie sabe 
cómo la servidumbre desmenuza la palabra
                                                con fines terapéuticos
para aplacar esta cólera que atraviesa los rincones. 

jueves, 12 de junio de 2014

ALGÚN PADRENUESTRO

algún día llevarás flores 
a la tumba sin nombre de tus héroes
                                                     y no estaré.
échale pedacitos de hambre a la memoria
rayos de luna
               a los poemas condenados
o algún padrenuestro arrepentido.
ya no tengo más suerte que arruinar
                             salvo la transparencia.
mis escollos se mezclan con la sangre
                                                  de los ausentes...

miércoles, 11 de junio de 2014

ME CONSTA...

Posted by : Pantalla Cubana HDmartes, 10 de junio de 2014

Fue implantada en 1962. Y si no está, debería estar en el Libro de Récords Guinness.
Es una cartilla de pésima cartulina y varias hojas, donde un bodeguero apunta los alimentos que el Estado mensualmente vende a los ciudadanos previamente registrados.

Desde que en 1965 nací, la libreta de racionamiento forma parte de la vida deprimida y repleta de escaseces de los cubanos.
Antes del 'período especial', una crisis cinco veces peor a la que sufre el mundo actual, donde hubo apagones de hasta 16 horas y gente que para apaciguar el hambre comió gatos, cáscaras de plátanos y hollejos de toronja, la libreta te permitía comprar aceite y carne de res cada quince días.

Hubo una vez, que el "gobierno benefactor" de Fidel Castro se dio el lujo de vendernos latas de leche condensada y botellas de cerveza.

Después de esa guerra sin tronar de cañones que fue el 'período especial', la denominada canasta básica se redujo drásticamente.

A duras penas, cada mes tenemos derecho a comprar un panecillo diario -casi siempre pésimo- de 80 gramos, 7 libras de arroz, 20 onzas de frijoles negros y colorados y un sobre de café, hasta hace un par de años, mezclado con chícharos. Ahora, dicen que es puro, pero igual de malo.

La recordista libreta cubana, cada mes también nos ofrece media libra de picadillo ligado con una soya de desagradable olor, media libra de pescado o una libra de pollo y 10 huevos… y para de contar.

A ratos, cuando se acuerdan, los burócratas de comercio interior -organismo que controla lo que se vende por la libreta- ofrecen media libra de aceite por consumidor, un tubo de pasta de dientes, un jabón de baño y uno de lavar. Artículos todos de calidad deplorable.

En 2010, después que los cubanos llevábamos más de cuatro décadas habituados a adquirir productos alimentarios de forma racionada, el presidente del país dijo que “resultaba incosteable mantener una serie de gratuidades”. Me pregunto, si a alguien, en su sano juicio, le gusta o prefiere depender de los insuficientes alimentos que nos vende el gobierno verde olivo.

Son baratos, es cierto. Pero lo ofrecido por la libreta solo alcanza para comer durante diez días. Después, arréglatelas como puedas.

De manera intermitente, en la isla circula el rumor de que a la longeva cartilla le llegó su hora final. Luego, se desvanece y por momentos desaparece la bola sobre su próxima desaparición.

La libreta nunca resolvió nada, pero complementaba la alimentación de infinidad de hogares. Es una incógnita, e incluso gente de a pie hace apuestas: si cuando no haya libreta, a precios asequibles, se podrán comprar el arroz y los frijoles, el alimento habitual de los cubanos.

La carne, bien gracias. Hace años que la carne de res desapareció en combate, y la de cerdo y carnero han ido encareciendo y cada vez menos personas la pueden consumir regularmente.

En el aire flota otra interrogante: si después que a determinados sectores, entre ellos el de salud pública, le han subido sus salarios, aumentarán las pensiones de jubilados y pensionados. Si alguien necesita adquirir más alimentos ofertados por la libre, como frutas, viandas y verduras, y cuyos precios no son baratos, son los ancianos.

Habrá que esperar para saber si finalmente desaparece o no la libreta de racionamiento. Los más optimistas creen que peor no vamos a estar. Los pesimistas piensan que la pobreza y las tensiones sociales aumentarán.

Oscar, chofer de un taxi particular, todos los días se pregunta cuándo va a tocar fondo la larga crisis económica. Que en el caso de Cuba parece estamos lejos de tocarlo. Con libreta o sin libreta.

Cubanos en la red social/ Iván García

EXCLUSIÓN

No vengo a decir VERSO en una plaza sin retorno
ni hambre o calendario de rebote
                  que usurpe un rato de paz en maniobra.
¿Dónde duerme la sonrisa con ojos de comensal famélico?
No voy a cincelar otra historia
o hacer dulce el presente de ayeres sobre el hombro.
¿Cuánto cuesta un puñado de escombros en el pecho
                                   o llegar tarde a la cita con el alba?
Desidia y polen traspasan nuestra puerta.
Acechan jaurías peligrosas.

martes, 10 de junio de 2014

Discurso de Charles Chaplin en El Gran Dictador 1940

ARTÍCULO QUE ME HA LLAMADO LA ATENCIÓN

El país bajo citación

 by Manuel Díaz Martínez


Teódulo López Meléndez, Caracas

TeóduloEl país está citado. La lista de los citados es larga, como larga es la lista de quienes deben presentarse a tribunales cada cierto número de días. Este es un país de sospechosos. Los sospechosos son citados. Algunos encarcelados son puestos en la calle después de unos días presos para que se presenten a tribunales cada cierto número de días.

Ya casi debe ser imposible entrar con normalidad a un tribunal, pues son tantos quienes deben presentarse que ocupan el espacio y el tiempo.

Se cita a presentarse aquí y allá. La citación indica que hay un expediente penal abierto, una investigación en curso, algunos delitos en busca de sus titulares. Presentarse implica una advertencia de juicio penal que puede abrirse, reabrirse, aplazarse, o ejecutarse, conforme al comportamiento del citado.

Algunos de los delitos son recurrentes y van desde un cáncer inducido hasta la publicación de un artículo de opinión, desde una protesta callejera hasta un magnicidio, desde un golpe de Estado hasta la mala suerte de haber estado cerca de algún suceso.

El país es sospechoso. El país está bajo sospecha. Uno ve el comportamiento de algún líder y su cambio repentino y uno sospecha que el cambio se debe a que entró bajo sospecha. Otros que están bajo sospecha se ponen agresivos para tratar de demostrar que la sospecha no los ha afectado, pero marchan hacia la citación como buen citado. Otros, con real sentido del valor, no modifican un ápice su conducta y hacen y dicen lo mismo que hacían y decían antes de ser citados.

La juridicidad no está bajo sospecha. Ella se marchó. Los juicios penales afloran y proliferan. Ellos son culpables de no ser lo que aparentan. Los procesados no son ni culpables ni inocentes, terminología propia del Derecho Penal no aplicable. Son sujetos políticos sometidos a persecución, esto es, citados, arrestados, o entregados por propia voluntad cometiendo estos el error que no debe cometerse: sobrevalorar las propias fuerzas y dejarse llevar por el mesianismo de pensar que él procesado y preso es garantía de una reacción dislocadora.

Los venezolanos somos sospechosos. Los que opinamos y los que no. Toda opinión es sospechosa. Cada expresión puede ser considerada como una solidaridad subliminal con un golpe de Estado o, peor aún, con algún intento de magnicidio o, quizás, con la inducción de alguna enfermedad. Pensar es sospechoso. Ser venezolano es sospechoso.

No presentarse a alguna citación equivale a desconocer a un órgano del Estado, uno sobre el cual ya no tenemos sospechas sino convicciones. Algún citado proclama “dictadura” y denunciará “poderes secuestrados”, pero citado es y como citado se comporta.

Cuando hay mucha gente en la calle algunos ya piensan que se trata de alguaciles de tribunales repartiendo citaciones o agentes de inteligencia haciendo lo propio. Algunos citados ponen en las redes sociales sus citaciones casi como molestando al que no ha sido citado. Es que han logrado crear una psicología de citados. El país sabe que está citado.

La citación es usada para darse golpes de pecho o para encogerse, dependiendo del actor citado. La palabra citación es la de mayor influencia en el presente venezolano. Es la reina del léxico. Cada día alguien es citado. Cada día se anuncia que alguien fue citado. La cita ya no es a un café y menos a una comida. La cita es a un órgano del Estado, a una policía de inteligencia o a un tribunal. Si seguimos a este ritmo la citación marcará horarios, encuentros y determinará las agendas. “Mañana no puedo porque estoy citado”, puede convertirse en expresión normal en el país citado.

El país está en la mayor de las normalidades, citado.



lunes, 9 de junio de 2014

BREVIARIUM

No hay peor tortura para un ser humano que el mal estado de su conciencia.

                                                                                                             

viernes, 6 de junio de 2014

jueves, 5 de junio de 2014

CAMPAÑA POR OTRA CUBA

CUBA ALCANZA CIFRA RÉCORD DE REPRESIÓN EN MAYO (por Manuel Díaz Martínez)

(CUBA.NET, 2/6/2014) Cuba alcanzó durante el pasado mes de mayo una de las cifras más altas de las últimas décadas en cuanto al número de detenciones por motivos políticos, según un informe de la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional (CCDHRN). En dicho mes la Comisión pudo verificar al menos 1120 detenciones de pacíficos disidentes. Entre 6 y 10 de los detenidos no fueron excarcelados y les remitieron, sujetos a proceso, a prisiones de alta seguridad.

“Estamos seguros de que las cifras reales son aún mayores debido a que estamos sometidos al régimen más cerrado de todo el Hemisferio Occidental y resulta imposible documentar todos los casos de represión política y mucho menos la sistemática represión contra toda la sociedad”, asegura el informe.

“El Gobierno de Cuba, que ha entrado ya en su año 56 ejerciendo el poder con mano de hierro, continúa criminalizando el ejercicio de todos los derechos civiles y políticos y otros derechos fundamentales”, puntualiza.

En el pasado mes “documentamos un aumento de la violencia represiva contra los ciudadanos que se atreven a disentir públicamente. Como botón de muestra mencionamos, entre otros muchos, el caso del periodista Guillermo Fariñas, premio Sajarov del Parlamento Europeo, a quien han detenido cada lunes de las últimas 19 semanas, y sometido, cada vez, al procedimiento de la tortura mediante hipotermia artificial, además de golpizas y vejámenes. Para colmo, este sábado 31 de mayo, alrededor de la medianoche, fue virtualmente amenazado de muerte, en presencia de testigos, por un alto oficial de la policía política secreta del Ministerio del Interior”.

Las señales que sigue emitiendo el Gobierno de Cuba son desalentadoras en cuanto a la posibilidad de que respete, al menos a corto plazo, los estándares internacionales en materia de derechos humanos y cumpla a cabalidad lo establecido en la Constitución y otras relevantes Leyes Nacionales.