martes, 25 de febrero de 2014

De: DE QUIMERAS...

SOBRE LA NADA

Soy el crepúsculo indócil. Abro fuego contra el ansia que golpea dentro, y acuchillo el corazón de los infieles. Soy mi hoguera y quiero gritar la desolación del mundo. Debo escupir sobre las ruinas de la carne. Si fuera Juana de Arco, pero no... Un caballo patea mi herida en la noche con sed de venganza. Y mi cama sola, solemne, medieval… ¿Qué estoy haciendo con mis uñas cuando puedo entonar una espada? Alguna canción late en la memoria de las calles sin tiempo. ¿Quién vendrá a flagelarme? ¿Con cuál látigo hará pedazos mi silencio? Hoy marchitan las palabras en los ojos. ¿Cómo confesar?  Ha llegado el más brutal Tiempo del Crimen mientras la luna baja a mi ventana. He podido poner los pies sobre ovejas malditas para enviar el vellocino hacia otro sueño. ¡Oh, vírgenes falsas! ¿Quién consagra otro coliseo? ¿De qué péndulo ahorcarme? ¿Quién gritará por mí, ahora que regreso en menguante? ¿A cuál tortura someterme? ¿De qué labios podré hablar con cierto amor?  Siempre acontece el espejismo… ¡Ah, ciudad del alma que me condenas por mi actual debilidad! ¿Merece la pena? Siempre sueño con mi barca de papel... ¿Cuál agua arrastra su memoria cuando logro encallar a la deriva de un beso o zozobro en la nostalgia? ¿Quién integra el ámbito de mi sed? Hoy soy mi propio semejante y me compadezco. Mañana ¿quién podrá fusilarme? La verdad deja de ser verdad. Ya comienzan a madurar las piedras en el odio o la añoranza… ¿Cómo es posible padecer este disfraz de luciérnaga en celo? ¡Qué más da! ¿Cómo es posible mi estado de sitio? ¿Cómo puedo ser el fósil en un poema? Mi raza pertenece al silencio y nada podrá gritar por mí. Nadie me debe un padrenuestro ni flores blancas… ¿Qué otra mano apretará mi garganta de polvo? 

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