A veces tropecé con su lento andar por el Castillo del Príncipe. Otras, por 12 y 23. O por
Carlos III, exactamente en el cruce de Las Avenidas. Siempre se mostraba afable, con aires
de conquistador. En fin, con aires de hombre irrepetible entre harapos y
valijas gastadas, repletas de papeles viejos.
Nunca supe
si en febrero alguien le regaló una flor. O si fue domingo el día que le vi
llorar a las puertas del Cementerio de Colón.
Cierta mañana observé cómo un puñado de hombres corpulentos lo conducían y me tragué sus ojos
para siempre aunque, en ocasiones, siento cómo arrastra sus gastados pies... Y lo veo,
con frecuencia, arrinconado en el mundo, sonriendo.
(RETRATOS)
Me refiero a José María López Lledín, el personaje más célebre de La Habana quien, a pesar de haber nacido en Lugo, fue conocido como "El Caballero de París".
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