viernes, 23 de mayo de 2014

EXCOMUNIÓN MASIVA DE UN PUÑADO DE PALABRAS

cada mañana
mamá teje con su lágrima el encanto
de una fe ciega
                  con sabor a alpiste y a plegaria
mientras machaca las noticias en mi oreja.
me alzo
                   -como Lázaro, pero más hambrienta-
y voy por la colada de un café
                                      -casi plácido-
para probar un cigarrillo
dos
tres
en fin: la cajetilla matinal
que introduzca su rencor en mi enfisema
                            y dé la cara a tanta prohibición.
luego
paseo al cadáver de mi perro
y pateo las piedras
entre las cuatro paredes de mi supuesta casa.
cada mañana asesino
       con mis manos muertas
                                       cierta musa.

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