La casta es la pústula de la vergüenza
que comienza a matar las esperanzas.
No me hablen de
bondad en esta hora
donde queda aniquilada la confianza.
Tengo preparado el equipaje
en cada esquina que la risa me golpea.
Nómada soy en el desierto de las calles
paria escarabajo souvenir constante y puntería
con tantos pájaros en la cabeza.
No me pongan consignas ni arrebatos.
No me muestren más bandera que la mía.
Si he de pisar me enfrento a los pantanos
para volar sobre el barro a la deriva
-creo
que hace menos daño-.
La casta es la férrea sanguijuela
que almidona su bolsillo con un voto.
La casta la casta la puta casta…
Que me perdonen todos:
¡la lealtad no
existe!
Solo queda el espectro de las buenas intenciones.
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