Traigo manos repletas de tu amor
en la frente conservo el primer beso.
Cuando mi ardiente anhelo estuvo preso
fuiste brisa que alivió su dolor.
No hay barrera imposible para verte
que mi amor no atraviese desmedido.
Ni huracanes, montañas o el olvido
doblegarán esta ansia de quererte.
No hay ráfaga maldita ni demonio
que logren mancillar esta alegría.
Una lágrima tuya es patrimonio
de mi pausado andar en agonía.
Eterna es la partida contra el odio,
es cordón que nos ata, madre mía.
en la frente conservo el primer beso.
Cuando mi ardiente anhelo estuvo preso
fuiste brisa que alivió su dolor.
No hay barrera imposible para verte
que mi amor no atraviese desmedido.
Ni huracanes, montañas o el olvido
doblegarán esta ansia de quererte.
No hay ráfaga maldita ni demonio
que logren mancillar esta alegría.
Una lágrima tuya es patrimonio
de mi pausado andar en agonía.
Eterna es la partida contra el odio,
es cordón que nos ata, madre mía.
es precioso. comparto
ResponderEliminarMuchas gracias, Alex. Saludos!
ResponderEliminarBno, ya no sé qué decir, amiga. Es que todo lo que sale de tu pluma, sería mejor decir de tu cerebro, me resulta estupendo.
ResponderEliminarEntonces, como el próximo domingo es el Día de la madres por acá, ya te voy Felicitando!
Beso
Tu presencia en este pequeño rincón siempre es un honor, amigo mío. Dicen que "al que Dios no le da hijos, el diablo le manda sobrinos" y a mí, también como bendición, me regaló tres.
ResponderEliminarGracias, y abrazos!