Nunca
está de más un acto salvaje
un
mercader para las rimas
que
oprimen el estado erótico de cada pausa
-no es lo mismo erótico
que errático-.
Ya lanzo
la moneda
y me
juego las uñas de arañar el credo.
No
espero otro rincón para mi náusea.
Vine a
pronunciar un discurso
en nombre
del rebaño
pero
es mejor asirse a lo absurdo
cuando
extraviamos el pellejo sobre alguna silla.
Hemos
compartido guirnaldas
como buenos soldados
y haz de respirar mi inconsistencia
aun
después de la ausente tentativa
de
hacernos el amor en las alturas.
¿Quién
contemplará esta musa
enlazada a los elfos
si
detrás de cada silueta viene una espada?
Qué bien me resulta, amiga. Estupendo!
ResponderEliminarBeso
Muchas gracias, querido Pichy.
ResponderEliminarAbrazos!