Para Teresita Fernández
La muerte no es verdad cuando se
ha cumplido bien la obra de la vida.
J. Martí
No
debo aceptar el crepúsculo
impuesto
a los ojos
repletos de distancia y dolor.
No
puedo siquiera
sentir
que me deprimo
en
ausencia de golondrinas
que
semejan asteroides y silencio.
Tu
garganta sigue intacta
sin
más ovación que la noche
llena
de pájaros y tortugas
que
cunde mis horarios
de
espalda a los aviones.
El
camposanto no es lugar para ti.
Cualquier
teclado emite tu sonrisa
y
no te asimilo prisionera de ataúdes
ni
de lágrimas.
Tú
eres más:
luz
de universo expuesta a los girasoles
con
tu poncho y abanico de palabras.
Eres
ron y tabaco,
texto
inédito en las mieles del olvido,
voz
y sombra
en
el desconcierto de la belleza.
Tengo
la infancia en un puñado de ecos
como
escaramuza de guitarra
y duendes
marchitos,
el
alter ego sumido en el osito azul
que enjugó mi lágrima
y
una taza amarga de café.
Yo
partí antes que tú
dentro
del zapato sin héroes
cubierto de escándalos.
Partí
en el maullido de cada pétalo
sin
más rodeos que un adiós
para
rebuscar entre lo feo del mundo
aquella
inocencia.
MDenis©Versosalaire
Se me da muy bien el poema, amiga. Muy de mi gusto.
ResponderEliminarRecuerdo a Teresita en su casita de madera allá en el Cerro —yo visitaba el edificio de al lado—, tenía muchas matas.
Abrazo
Y muchos gatos y perros,y mucha sabiduría rebosante de amor.
EliminarBuenas Fiestas, amigo!!!
Abrazo