Un adelanto:
poema XXIV
No me llames reina
cuando soy la salamandra
en el recinto del laurel.
Observa los nudos
que comprimen mi garganta
y saborea el estertor del teclado
que difama tus besos.
¡No me llames reina!
¡No me llames reina!
Soy una toxina llamada insensatez.
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