SONETO A MADRE
Traigo manos repletas de tu amor
en la frente conservo el primer beso.
Cuando mi ardiente anhelo estuvo preso
fuiste brisa que alivió su dolor.
No hay barrera imposible para verte
que mi amor no atraviese desmedido.
Ni huracanes, montañas o el olvido
doblegarán esta ansia de quererte.
No hay ráfaga maldita ni demonio
que logren mancillar esta alegría.
Una lágrima tuya es patrimonio
de mi pausado andar en agonía.
Eterna es la partida contra el odio,
es cordón que nos ata, madre mía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario