EN LA MUERTE de David
Chericián
Nada que
hubiera sido ya no ha de suceder
Con el ímpetu de las margaritas
nadie pudo retenerte
ni Catalina
esa pequeña flor de Europa
por quien no moviste un dedo
y a la cual diste brío
desde la soledad más absurda del recuerdo.
Ay, David
fue tan non
grata tu presencia
que tiraste de mi corteza con su amuleto
a bordo de los adoquines de La Habana.
Pero tampoco yo pude retenerte.
Te comiste a Goliat en una estrofa
que nos hizo deudores
y ya no tengo cómo componer tu nicotina
entre los ataúdes del barrio.
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