Ama al prójimo como a ti mismo, pero teme a
la tempestad de algún jardín si no ha parido una flor. Teme si es de noche o
algún demente aúlla con su cuchillo en las cercanías de tu casa. En la calle,
apenas hay luz y no logro amarrarme la garganta si algún verso surge de mis
vísceras inmundas. No. Veintiún salvas no pueden clausurar una ciudad. ¡La
ciudad no existe! Es un muro donde golpea la voz detrás del mar. ¿Quién puede
salvar su vida si consiguen mutilarle hasta el aliento? ¿Cómo negociar con el
amor? No hay siquiera humo al costado del cuerpo que tanto duele… Sufro de
histeria intelectual y Tarot me apuesta a cara o cruz. Pero está el Muro y el
Mísero Patriarca bendice las tinieblas de su clan. ¡Que venga el ilusionista! O
mejor: ¡Venga a nosotros el Reino Sagrado! O las ruinas, pero que no nos
nieguen el pan ni la esperanza. Estoy amando con toda la carne a un corazón que
pretende detenerse en mi saliva. Intento desterrar mi yugo. No alcanzo a
detener la mano que me tienden hacia el cuello… Ya se quemaron los cañones… He
de terminar el día con amor a la memoria, y verán qué fácil me invento La
Presencia. Golpeo mi silencio contra los falsos huracanes. El suicidio no es
perfecto. -Tampoco el crimen-. De nada sirve ser la bala de uno mismo.
MDenis©locasestacionesdelalma
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