Dos,
somos dos… siempre dos
aunque
la oscuridad sea extrema.
La
gran luna pertenece a los que aman.
La
llevo en el bolsillo entre pétalos de lluvia
porque
abajo, la vida es demasiado aburrida
para
someternos al ritual de las multitudes perversas.
Mis
mejores versos quedaron incrustados en el asfalto.
Ellos
aspiran a aplacar la cólera del mundo
aunque
la deriva no los conduzca al lugar soñado
para
construir luz en los espacios tristes de la sombra.
Donde
el oráculo arruina nuestro afán de belleza
dulces
brotes desmienten al inquisidor intento.
No
es necesario ir adonde el viento quiere
si
otro periplo nos ofrece bondades.
Siempre
el amor crece hacia arriba...
Siempre,
siempre fustiga al abandono
rodea
las murallas, las derrumba
porque
dentro de él, el corazón global palpita.
Palpita,
palpita lleno de gozo encendido
cual
discípulo pródigo de La Creación.
Dos,
somos dos… siempre dos
verdes
y lorquianos a pesar del invierno
florecidos,
a pesar del cercano sollozo
y
de inútiles maniobras, ajenas a Dios.
Atrás
quedan los recuerdos
como
místicos reflejos de la infancia
como
un mudo teléfono que se entrega a tu oído de acuarelas
y conversa con el amor y el insomnio.
y conversa con el amor y el insomnio.
Como
árbol roto en la médula de los años
yacen
catapultados en la soledad
en
espera del ser alado
que
con un simple beso les convide a vivir
pero
se ha helado el beso
en
la trastienda del invierno, que también será pasado…
-¡Y
el camino seguirá siendo camino
en
los albores de la esperanza!-
Dos,
somos dos brazos de un mismo tronco
dispuestos
a traspasar el cielo.
Somos
el cielo
convencido
de ser poema.
Somos
poema.
Poema
somos
y
picoteamos en la costumbre de abrazarnos al sol
hasta
convertirnos en luz.
¡Ay
de quien no crea en los milagros!
Se
dispone a desandar las espinas de su infierno.
Dos,
somos dos… siempre dos
porque
hasta las piedras a veces se aman.
El hada
perdió la varita
y la
ciudad enajenada no podrá salvarse
pero
el corazón sigue intacto
en
su condición cósmica de amarte.
Dos,
hasta siempre somos dos:
La
Infinita Poesía
y yo.
MDenis©febrero2018
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