domingo, 24 de junio de 2018

CARTA


CARTA (en antología de Isla Negra)



Estimado amigo:

Hoy me dirijo a ti porque, de antemano, quiero que sepas que no hay un solo día en que no te recuerde y ya es hora de que rompa el silencio que quedó entre los dos.

Ha pasado mucho tiempo, tanto, que se anudan mis palabras cuando intentan hablar de ti. Todavía hoy resulta incomprensible tu partida, quizás sea esa la causa de que ni siquiera he imaginado el hecho de sustituirte por otro compañero. Digerir un crimen es algo que nunca se me ha dado bien y el que cometieron contigo, ya Dios se ocupó de juzgarlo.

He dejado pasar los años para creer que ya no estabas pero, aun así, continúas sentado en mis ojos con la insolencia de quien sabe que el olvido no existe.

Recuerdo las largas jornadas que pasaste en mis rodillas o a mis pies, interrumpiendo cada brote de inspiración que llegaba, o cuando sigilosamente apagabas la computadora cargada de esbozos de lo que intentaba fuera poema, sin haber guardado el archivo, y todo porque querías que te bajara al río y te viera corretear tras las aves o cuanto bicharraco hiciera acto de presencia en el lugar.

Ignoro cuál de los dos disfrutó más de las puestas de sol. Todas las compartimos durante tu breve estancia terrenal… ¡Todas, hasta las más funestas!

Hoy solo pretendo convertir estas palabras en una cometa y empinarlas hasta el cielo donde sé que retozas tras los angelitos. Tu respuesta ya la tengo, a lo lejos, escucho el ladrido.
                                                                                  Yo


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