(Praga, 1875 - Valmont, 1926) Escritor
checo en lengua alemana. Fue el poeta en lengua alemana más relevante e
influyente de la primera mitad del siglo XX; amplió los límites de expresión de
la lírica y extendió su influencia a toda la poesía europea.
Después de abandonar la Academia Militar de
Mährisch-Weiskirchen, ingresó en la Escuela de Comercio de Linz y
posteriormente estudió historia del arte e historia de la literatura en Praga.
Residió en Munich, donde en 1897 conoció a Lou Andreas-Salomé,
quince años mayor que él, y que tuvo una influencia decisiva en su pasaje a la
madurez. Decidido a no ejercer ningún oficio y a dedicarse plenamente a la literatura,
emprendió numerosos viajes. Visitó Italia y Rusia (en compañía de Lou
Andreas-Salomé), conoció a León Tolstói y
entró en contacto con la mística ortodoxa.
En 1900 se instaló en Worpswede, y un año después
contrajo matrimonio con la escultora Clara Westhoff, con la que tuvo a su única
hija, Ruth, y a cuyo lado escribió las tres partes del Libro de horas.
Tras su separación se instaló en París, donde durante ocho meses trabajó como
secretario privado de Auguste Rodin.
Allí compuso Canto de amor y muerte del alférez
Cristobal Rilke, y posteriormente Los cuadernos de Malte Laurids Brigge. Aquejado por una crisis interior, empezó de nuevo a
viajar mucho: primero a África del Norte (1910-1911) y luego a España
(1912-1913). En 1911 y 1912, invitado por la princesa Marie von Thurn und
Taxis, residió en el castillo de Duino (Trieste), escenario en el que surgieron
las que denominó precisamente Elegías
de Duino.
Durante la Primera Guerra Mundial vivió la mayor parte del tiempo en Munich. En
1916 fue movilizado y tuvo que incorporarse al ejército en Viena, pero pronto
fue licenciado por motivos de salud. De esos años es la intensa relación
amorosa con la polaca Baladine Klossowska, madre del escritor Pierre Klossowski y
del pintor Balthus, presuntos hijos naturales nunca reconocidos por el poeta.
Tras la guerra residió en Suiza, y en 1922 vivió en el castillo de Muzot, donde
finalizó las Elegías.Tras
una larga y dolorosa agonía, Rainer María Rilke murió de leucemia en el
sanatorio suizo de Valmont.
La obra de Rainer María Rilke
Los cuadernos de Malte Laurids Brigge (1910), la única novela de Rilke, fue escrita a
modo de diario y describe con la agudeza de un diagnóstico los contrastes
sociales en París, la pobreza y la destrucción. La gran urbe provoca a Malte,
el último descendiente de una gran familia danesa, el miedo absoluto.
Enfermedad y finitud son en esta obra temas recurrentes. A la muerte
deshumanizada y masificada, típica de la gran ciudad, Rilke opone la muerte
individual y propia, que está representada por el recuerdo de un antepasado de
Malte. Las evocaciones de infancia tienen un carácter redentor, igual que el
tema del amor que, junto al de la muerte, constituye el otro gran eje del
libro. El amor no correspondido, que perdura como deseo, deja abierto el final
de la novela, que desemboca en una reelaboración de la parábola del hijo
pródigo.
Estas mismas cuestiones reaparecen en su obra
lírica Libro de horas (1905), formada por los títulos Libro primero, el libro de la vida monástica; Libro
segundo, el libro de la peregrinación;
y Libro tercero, el libro de la pobreza y de
la muerte, que remite a las antologías medievales
de plegarias privadas. La forma artística de la plegaria le sirve para
abandonar la lírica de sentimientos propia de Canto de amor y muerte del alférez Cristóbal Rilke y para experimentar con imágenes nuevas que,
mediante traslaciones sensuales y visuales, amplían las fronteras del lenguaje.
En el Libro
de las imágenes (1902-1906) se aprecia una
tendencia hacia la objetualización de las imágenes evocadas y hacia la
observación detallada. Sin embargo, esta precisión no va en detrimento de la
dimensión universal y parabólica del momento captado. Pero el giro decisivo hacia
lo objetual se produce con la colección publicada con el título Nuevos poemas (1907-1908).
Domina aquí la perspectiva observadora del "poema-cosa", y Rilke deja
de hablar de la obra de arte para hacerlo de la "cosa de arte", que
ha de existir por sí misma, distanciada y liberada del "yo" subjetivo
del autor. La poesía ya no es una confesión y se convierte en un objeto que
remite sólo a sí mismo.
Esta nueva orientación de la poesía
rilkeana se debe, en gran parte, al descubrimiento de la obra de Rodin, pues,
para el poeta, el escultor francés significaba la alternativa a los excesos
intimistas del arte. Siguiendo el modelo de Rodin, proclamará como divisa de su
poetizar el "convertir la angustia en cosas" o lo que es lo mismo: el
mundo interior se exterioriza a través de los objetos.
Sus dos últimas obras, las Elegías de Duino (1923)
y los Sonetos a Orfeo (1923), suponen otro cambio radical en su
concepción poética. Se apartan tanto de la inicial lírica de sentimientos como
de la objetualidad de los "poemas-cosa" posteriores. Tampoco parece
que sea posible transformar la angustia en cosas. Tras una larga etapa de
crisis en la que el escritor incluso se plantea la posibilidad de dejar la
poesía, publica unos poemas de cariz existencial que son una interpretación de
la existencia humana. Las Elegías
de Duino buscan la definición del ser
humano y su lugar en el universo, así como la misión del poeta, que en esta
obra desarrolla un mundo cerrado en sí mismo de imágenes y símbolos, cargados
de recuerdos y de referencias autobiográficas. Rilke se sirve del ritmo
dactílico de la tradición elegíaca alemana, tal como lo habían empleado Goethe y Hölderlin.
El ciclo de las Elegías, una de las obras más herméticas de la literatura
alemana del siglo XX, parte de la lamentación para arribar hasta la dicha. Se
inicia con la experiencia del ángel terrible separado del hombre por un abismo
para llegar a la posibilidad del acercamiento humano a lo angélico. Es el poeta
quien lleva al mundo angélico, liberándonos así del mundo interpretado. Pero
para ello es preciso recorrer un largo camino en el que son claves los
moribundos, los animales, los amantes y los niños. Todos ellos parecen figuras
capaces de sustraerse al mundo cerrado del hombre, orientado hacia la muerte.
El júbilo final de las dos últimas elegías muestra una
nueva vida que consigue crear un ámbito común con la muerte, una alegría que se
funde con el dolor. Los Sonetos
a Orfeo, aunque formalmente son más abiertos y
variados que las Elegías,
están temáticamente ligados a éstas. También aquí la determinación de la
existencia humana lleva a los límites de lo que es posible expresar en
palabras. En ellos están presentes imágenes, simbolismos, recuerdos y elementos
autobiográficos que remiten a las Elegías, y no en vano fueron definidos por el poeta como un
"regalo adicional" surgido "simultáneamente con el impulso de
los grandes poemas".
https://www.biografiasyvidas.com/biografia/r/rilke.htm

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