Autor: Manuel Crespo Vázquez, Matanzas, 1946
UN TIBIO LUGAR NO CONOCIDO
Perdóname estas pocas palabras ya tardías.
Se remueven escombros sin querer,
se hacen recuentos.
Inventaste un cariño
que no se pareciera al de los otros.
Besos y mordidas azules restallaban
sobre mis pocos años anhelantes,
compensaban en ti sueño y destierro.
No pudiste saber cómo se va una estrella
y regresa después multiplicada.
Yo fui cobija, fugaz, pero cobija.
Perdóname estas torpes palabras sin reclamo.
No puedo devolver lo que no tuve.
La primavera se quebró de pronto,
mujer que fuiste dueña del vértigo y su abismo:
sobre tu cuerpo el límite del mundo
me era exacto.
Ni amor ni odio en el rugido de la fiera.
Desamparo del tiempo.
Hubo un tibio lugar no conocido
por la ferocidad de tu mirada.
La mentira en el amor no existe,
en los amantes sí.
Perdóname estas torpes palabras ya tardías.
UN TIBIO LUGAR NO CONOCIDO
Perdóname estas pocas palabras ya tardías.
Se remueven escombros sin querer,
se hacen recuentos.
Inventaste un cariño
que no se pareciera al de los otros.
Besos y mordidas azules restallaban
sobre mis pocos años anhelantes,
compensaban en ti sueño y destierro.
No pudiste saber cómo se va una estrella
y regresa después multiplicada.
Yo fui cobija, fugaz, pero cobija.
Perdóname estas torpes palabras sin reclamo.
No puedo devolver lo que no tuve.
La primavera se quebró de pronto,
mujer que fuiste dueña del vértigo y su abismo:
sobre tu cuerpo el límite del mundo
me era exacto.
Ni amor ni odio en el rugido de la fiera.
Desamparo del tiempo.
Hubo un tibio lugar no conocido
por la ferocidad de tu mirada.
La mentira en el amor no existe,
en los amantes sí.
Perdóname estas torpes palabras ya tardías.
No hay comentarios:
Publicar un comentario