Autor: Ángel Escobar Varela, Guántamo, 1957
OPERADORA DE FLETES
Por aquí pasó el tiempo y el tendero
y un batallón de sueños semanales;
un cuarentón de juegos bimensuales,
pero con auto, y siempre con dinero.
Aquí se sintió bien el extranjero,
y recibió caricias principales:
a cambio de dejar ropa y jornales
fue para la ocasión siempre el primero.
Mas hubo espacio para algún guagüero
que pusiera parada en sus portales
y obligara la ruta a su sendero.
Aquí en esta mujer de trazos reales,
sépanlo bien el siglo y sus anales,
lanzo mi maldición de hijo de obrero.
OPERADORA DE FLETES
Por aquí pasó el tiempo y el tendero
y un batallón de sueños semanales;
un cuarentón de juegos bimensuales,
pero con auto, y siempre con dinero.
Aquí se sintió bien el extranjero,
y recibió caricias principales:
a cambio de dejar ropa y jornales
fue para la ocasión siempre el primero.
Mas hubo espacio para algún guagüero
que pusiera parada en sus portales
y obligara la ruta a su sendero.
Aquí en esta mujer de trazos reales,
sépanlo bien el siglo y sus anales,
lanzo mi maldición de hijo de obrero.
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