Plegaria contra el miedo
Volando está la voz. Su frágil marioneta
con hilos invisibles.
Finísimas agujas hilvanan dulcemente
en tenue claroscuro sobre el mantel del
tiempo.
Del tiempo que nos deja. Que nos levanta en
vilo.
Que a veces. Por azar. Nos multiplica.
Lenta. Muy lenta. Leve. Miro a mi alrededor.
Entono esta plegaria contra el miedo. Contra
el miedo
del hombre que se arrastra. Silba. Vuelve a
escupir.
Maldice. Vuelve a escupir. Alaba.
Se duele. Me lastima. Se dobla. Me desplaza.
Contra ti mi plegaria. Plegaria contra el
miedo.
Mezcla de horror y júbilo. De fibra lacerada.
Contra mi lado oscuro. Contra las aguas
mansas.
Contra ti. Contra todo. La voz.
La voz. La frágil marioneta.
La débil manecilla pendiente de la voz.
La voz sobre su eje.
Aquí dejo el renglón de mansedumbre.
Aquí será la voz. Lenta. Lenta aclama la voz.
Se torna rictus. Regresa a los nostálgicos
colores.
Imploran los que fuimos tan muertos por el
fuego
y volvemos llorando al ojo de agua.
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