Abandoné mi corazón el día que nunca
estuve
entre epístolas y usufructos en grado de
tentativa.
Traigo la acidez de la tiniebla en el
miocardio
sostenido gracias a los alfileres del
alma.
Fui vetada
estrictamente a la moda
entre zafarranchos de hazañas mustias.
Del clarín escuché el sonido tantas veces
y tantas me rompió el tímpano el
simulacro…
Tantas veces me exilio en la vergüenza
mientras todos buscan el punto g a la
patria dolorosa…
¡tantas que no me hallo!
La izquierda es demasiado sorda
y la mía demasiado zurda
para componer alegatos que empiecen a
respirar
en la encrucijada de medio siglo.
A falta de pan nuestro: ¡discurso!
A falta de pan: damas de blanco
doctrina de malabares…
La gente sigue en su salsa de costumbres
mientras la diáspora despelleja mis
coordenadas
y yo no existo.
Siempre una exquisitez disfrutar de tus excelentes textos estimada amiga, un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu entrañable presencia, querido amigo!
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