Escritura, ahora que he desechado todos los dioses,
que ya no me queda un ápice
de teogonía ni cosmogonía,
me entrego en cuerpo y alma a tu culto.
Serás mi adorable tótem:
el halcón que vuela desde el innombrable abismo
de mi voz,
para anunciar la apertura del templo.
Entonces alguien reconocerá en tus ojos
mis ojos,
cuando tu lengua sea definitivamente un árbol,
y en tus manos se abra una ruta hacia la gran pirámide,
y tus piernas sean el mapa por donde se recobre el camino,
y, al amanecer de unas metáforas,
alguien crea haber perdido por siempre la ceguera,
sin saber que, apenas, ha llegado a la leve culminación
de mi rostro.
Entonces, sólo entonces, comenzarás a ser La obra.
mis ojos,
cuando tu lengua sea definitivamente un árbol,
y en tus manos se abra una ruta hacia la gran pirámide,
y tus piernas sean el mapa por donde se recobre el camino,
y, al amanecer de unas metáforas,
alguien crea haber perdido por siempre la ceguera,
sin saber que, apenas, ha llegado a la leve culminación
de mi rostro.
Entonces, sólo entonces, comenzarás a ser La obra.
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