Cartas a Van Gogh
¿De qué te
vale el estigma
Si el
tímpano se resiste,
Si el
conjuro no alcanza
A la
resurrección?
Lo peor,
es engrosar
La larga
lista de los mutilados
Y que
todos crean
En la
excusa de una oreja
Como razón
primera.
Soledad.
Dolor de
almendras.
Ojos
hambrientos que sin piedad te crucifican
Y la
ausencia de manos que te exilian
Irremediablemente
Aún sin
haber partido.
Luego,
La ironía
de la oreja,
Retruécano
infinito,
O paridad
finita
De una
estirpe acabada, sucumbida,
Que
persiste en el gesto de la mutilación.
El
desespero.
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