sábado, 20 de agosto de 2022

TROZOS DE LORCA EN MI PLUMA SOMBRÍA



No sé si la tierra o la luna marchitan

como pétalos de lluvia en esta página

cubierta de relámpagos.

Ignoro si un poema es suficiente

para revestir la sepultura de los inmortales

que habitan el eco de la noche

pero de aquí se despeñan las palabras.

Ellas mecen tus cantos en La Habana

y merodean la ciudad deforme del recuerdo.

 

Federico, ¡soy tan poco!

Apenas un palmo de orgullo entre las raíces del sol

brota del verso que milita

en la indolencia 

como aquelarre de piedras y cipreses

a mansalva de los dioses.

Intento hacer rimas que se parezcan a ti

en este minuto de mieles inseguras

decir algo similar a tu corazón

algo

como los rascacielos

o esos niños de Brooklyn

pisoteados...

Todo se transforma en candelabro y en higuera

o ángel sofocado en las entrañas:       

 

prefiero pensar que tu alma

en las fibras de una rosa

perfuma, Lorca, y cabalga

antojos de mariposa.

 

Quiero lancear estos papeles en coartadas de otoño.

La Alhambra mueve mis guijarros

entre pañuelos de angustia

y llevo seca la garganta hacia las ojivas del tiempo

donde hamacas de la muerte nos columpian.

Tus pasos se han plantado entre las hojas.

Atraviesan mis arcos de mujer fría

donde el musgo reverdece.

 

Dos

somos dos partículas de distancia

acariciadas por el viento de veinte siglos

sobre el pasto de la nieve.

Dos gotas de rocío.

Dos cadáveres y sus respectivas consecuencias.

Almas que parten y regresan tomadas de la mano

en romanceros y semilla.

Tus pasos saltan tras el óvalo de la alborada

y tus alas, ¡ah!

tus alas persiguen esa luna deshojada que rebota en los cristales.

 

Esos ojos de tierra, tan callados

ese amor en la cumbre, misterioso

a poemas humildes van ligados

como fruto vital de árbol hermoso.

 

Si oscuro es tu soneto, delicioso

lo es, también, el estar enamorados

la Viña del Señor y el armonioso

deleite de las flores, liberados.


Te rompieron los sueños aquel día

verdugos del demonio que hoy regresan

con falso patriotismo y osadía

 

panteón ornamentado donde rezan

vil patraña, ceguera y cobardía:

insaciables serpientes que bostezan.

 

Federico,

¿cómo quitarnos el amor de entre las manos

si una bala atraviesa nuestros besos?

La palidez del alba retoma los helechos

en fragilidad de espuma

cuando la niebla respira por los poros de Granada

donde tu sangre

aún entona el ardor de la vida.

¿Dónde está la culpa?

¿En cuál ángulo del silencio

se emancipa el hombre

y podremos tendernos a robar estrellas?

 

Federico Rojo

Federico Maricón

por ambas travesías arponearon tus cascadas.

¿Dónde se pudren tus huesos

destinados al Nobel Infinito?

Federico, danos la paz del guerrero

que aprieta el gatillo y dispara rosas

verbo puro

y ruiseñores.

 

¿Sabes?

Dos tiros te hicieron inmortal aquella madrugada

de agosto

cuando quisieron rompernos la poesía.  

 

MDenis©Cantaresdemiplumasombría

No hay comentarios:

Publicar un comentario