Pudo ser y fue la tarde de la cicuta
y de las fabulosas aves del infierno
repartidoras de fuego en las quimeras
que obviamos
al sabernos existentes.
Pudieron ser y fueron las palabras
que Homero desolló
en la garganta de los escrúpulos
y el indio
en los talones del relámpago
mientras nosotros
compartíamos el pan y las
arenas.
MDenis©Enotrapiel
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