RENUNCIA
Es terrible sentarse en un lucero
enfangarlo
y zurcirnos las arterias
si la mala conciencia perfora su torrente.
No volví a ser la muchacha
de los orgasmos azules
en las esquinas del barrio.
Nunca más subí por sus laderas
y escapé desaforada
hacia donde dije Olimpo sin vomitar el pasado.
De: BAJO EL CIELO DE LA POESÍA
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