La dicha de tu llegada
nada me la empañará
ni los locos presidentes
ni un diluvio universal.
No me gusta festejarte
solo un día y nada más.
Yo te llevo en mi ropaje
y en el verbo fraternal.
No presumo de guirnaldas
ni me cargo de regalos.
Voy despacio por el mundo
tras la huella de tu paso.
Tantas luces de colores
ciegan mis ojos cansados.
Solo mirra e incienso en casa
torna más dulce el remanso.
Ya no hay patria que alimente
mi deseo de volar.
Despliego las alas siempre
al encuentro de tu paz.
Marlene Denis©
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