martes, 28 de enero de 2025

Del libro A PESAR DE LA SEQUÍA: MIS SENCILLOS VERSOS DEL ALMA

Apóstol, todo continúa igual…

I

He querido ser sincera

con cuanto el poema labra,

pero está el abracadabra

de mi semilla extranjera.


Ya busqué en la senda mía

no el diamante que enajena

sino la bella colmena

que ansiamos todos un día.


El tiempo es un manantial

de promesas y mentiras,

dulce clavel y las iras

convertidos en cristal.


Quisiera ser el anverso

de la tierra y de la mar.

A veces quisiera estar

entre la tinta y el verso.


II

Yo quiero cuando reviva

encontrarme entre los buenos

sin artificio y sin frenos,

de la ambición no cautiva.


No debo hallar en mi losa

flores negras entre ruinas.

Mejor dejad las doctrinas

y cantadme alguna glosa.


En consignas y banderas

también se encuentra derrota.

Prefiero justa mi bota

ermitaña sin fronteras.


Al mundo voy con dolor,

del mundo vine sin pena,

mas soporto la condena

de un recuerdo sin valor.


III

No he sido de parte alguna

y en ninguna parte estoy,

simplemente lo que soy

es un átomo de luna.


He visto espuma en el monte;

en el valle, la espesura;

en mis calles, la amargura:

encadenado horizonte.


Probé azar, lacra y estrella

en el nido de la noche.

Fui reina y también fantoche,

camastro, placer y huella.


Con Caronte va la gente

sin darse cuenta siquiera

que el ritmo marca a cualquiera

siempre en el mismo puente.


IV

Tengo tu copa con alas

rebosada de poesía,

cuando pierdo la alegría

tomo la fe que acaudalas.


Enciendo con ironía

el pabellón de mi suerte.

Me desgarra el patria o muerte

que asoló aquella armonía.


Los testaferros del odio

fueron las huestes vecinas

que apostadas en esquinas

tramaban vil episodio.


Al cumplir mi sueño errante,

entre muro y patrimonio,

hallé escombros y un demonio

que me hicieron emigrante.


V

Yo soy el águila herida

que busca quien le consagre,

pues la miel lleva vinagre

hacia el dulzor de la vida.


Mi luz, -escarlata túnica-

ilumina cualquier vía:

fusil y pluma sombría,

fe de acero, triste y única.


Cuba me hirió en el costado.

Sangré mil veces su angustia

hasta hallar mi rosa mustia:

esta España la ha secado.


No iré jamás a lo oscuro

a morir entre el espanto.

Con las rimas que ahora canto

ya me maté con cianuro.

M.Denis




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