Vista creada con IA:
En "El retrato de
Dorian Gray", es el personaje de Dorian Gray quien se mira en el
espejo, o más bien, en su retrato, y esa imagen lo lleva a desear la eterna
juventud, deseando que su belleza física permanezca inalterada mientras el retrato
envejece y refleja sus pecados.
En la novela de Oscar
Wilde, el retrato pintado por Basil Hallward se convierte en un espejo mágico
de la vida moral de Dorian. Dorian, al verse en el retrato, queda
cautivado por su propia belleza y desea que esa belleza nunca se
desvanezca. Esta obsesión lo lleva a una vida de excesos y placeres,
mientras que el retrato, oculto en una habitación, asume la carga de todas sus
acciones corruptas y envejecimiento.
El retrato se
convierte en un símbolo de la dualidad entre la apariencia y la realidad, la
belleza y la moralidad. Mientras Dorian permanece joven y bello en
apariencia, su retrato se deteriora, mostrando la verdadera naturaleza de su
alma corrompida. Al final, cuando Dorian intenta destruir el retrato, se
destruye a sí mismo, revelando que la belleza exterior no puede ocultar la
corrupción interna.
En resumen, el espejo
en la novela es el retrato, y es Dorian quien se mira en él, experimentando un
deseo narcisista que lo lleva a una espiral descendente de decadencia moral y,
finalmente, a su propia destrucción.

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