este loco homenaje a los cuadernos
me inspira a continuar
martillando las palabras
con gerundios inútiles
(que no perdonan)
transito como cualquier viandante
por las múltiples vidas del poeta.
me incorporo a sus filas
fusil en mano
(es un modo brutal de decir bolígrafo)
y muero con él
sin que nadie nos vea.
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