Adiós a las marionetas del terror
huéspedes que están en cualquier esquina
y nos manipulan
con sanguinolenta carcajada.
Adiós a la capucha
a las oscuras comparecencias
al desvelo que nos devora el zapato
de acudir a la vida.
Adiós al siniestro equívoco de las voces danzantes
sobre la húmeda cuerda
al irreverente muro que nos divide
entre rojas aguas y odio.
Hay angustia
ausencia
y tierra en las uñas
que no hallan el por qué de una bomba
y del oprobio.
Adiós:
no debo leer
no quiero escuchar
que otro crimen ronda los paneles de la soberbia
y viene silencioso
que la venganza
se mece en la cuna de los falsos ídolos
y profetas locuaces
carniceros
tras el velo del internacionalismo proletario
o independencia.
no debiera adjetivar este discurso
pero me siento comprometida con el sabor del vinagre
que cunde mis neuronas.
Adiós a los panfletos
al arrepentimiento que nunca llega
a los que esperan agachados por otra señal
sin pistoleros
y sin bocanadas de espanto
entre blancas mariposas.
Sé que tengo los nervios de punta
que como cualquier mujer desgarrada
traigo la histeria en la boca
en la inmediatez del suspiro o el llanto
porque me niego a engendrar otros fantasmas
entre tanta barricada y utopía.
Sé que tengo
ay Dios mío…
¡Agur ETA
por los siglos de los siglos!
huéspedes que están en cualquier esquina
y nos manipulan
con sanguinolenta carcajada.
Adiós a la capucha
a las oscuras comparecencias
al desvelo que nos devora el zapato
de acudir a la vida.
Adiós al siniestro equívoco de las voces danzantes
sobre la húmeda cuerda
al irreverente muro que nos divide
entre rojas aguas y odio.
Hay angustia
ausencia
y tierra en las uñas
que no hallan el por qué de una bomba
y del oprobio.
Adiós:
no debo leer
no quiero escuchar
que otro crimen ronda los paneles de la soberbia
y viene silencioso
que la venganza
se mece en la cuna de los falsos ídolos
y profetas locuaces
carniceros
tras el velo del internacionalismo proletario
o independencia.
no debiera adjetivar este discurso
pero me siento comprometida con el sabor del vinagre
que cunde mis neuronas.
Adiós a los panfletos
al arrepentimiento que nunca llega
a los que esperan agachados por otra señal
sin pistoleros
y sin bocanadas de espanto
entre blancas mariposas.
Sé que tengo los nervios de punta
que como cualquier mujer desgarrada
traigo la histeria en la boca
en la inmediatez del suspiro o el llanto
porque me niego a engendrar otros fantasmas
entre tanta barricada y utopía.
Sé que tengo
ay Dios mío…
¡Agur ETA
por los siglos de los siglos!
Que mayor clardad puede esperarse que la que contiene tu primer verso: "Adiós a las marionetas del terror..." HASTA NUNCA ETA!!!
ResponderEliminarPor fin! ¡Mai piú!
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